lunes, 19 de julio de 2010

E S P A Ñ A

Hace unos días me encontré por unvlog un vídeo muy chulo de uno de mis contactos. Me gustó. Era sobre el club de fútbol Atlético de Madrid. Estaba bien hecho y era muy emotivo, así que supuse que les iba a gustar también a todos los hinchas de ese club que entran en el foro de mi pueblo. Tomé la dirección de youtube y les puse el enlace.
Me lo agradecieron y uno de los atléticos sacó a colación, con la excusa de su club, "el orgullo de sentirse español". Es verdad, parece como si acabáramos de descubrir ese sentimiento. Estamos como niños con zapatos nuevos, que queremos que todo el mundo los vea y nos mostramos orgullosos enseñándolos. Durante estos días en que se ha desarrollado el mundial de fútbol, hemos visto más enseñas que nunca en los balcones, en los coches, en el cuerpo (sombreros, muñequeras, pañuelos, pins, camisetas) y era raro entrar a una oficina (aún dura), sea pública o privada, que no tuviera su banderita, aunque fuera minúscula, sobre el ordenador.
Yo descubrí que me sentía española hace mucho tiempo, cuando salí de España por primera vez con catorce años. También me sentí andaluza cuando llegué a Madrid y bastante madrileña cuando tuve que vivir, años más tarde, en Sevilla. Así es la vida.
Sientes que perteneces a un grupo con más intensidad cuando lo tienes lejos.
Igual te pasa cuando pierdes la amistad de algún buen amigo; la echas de menos y piensas que quizá tenías que haberla mimado un poco más porque valía la pena.
El dichoso fútbol ha venido a recordarnos que pertenecemos a un grupo y que sí, estamos orgullosos de pertenecer a él aunque, muchos, nos sintamos habitantes del mundo (pero un poco menos).

2 comentarios:

  1. Muy pertrinente este comentario, las distancias nos dan una sensación de perda, y muchos reacionan valorando las raices... Las raices fuertes, no son fáciles de aniquilar, cuando menos se espera rompen la tierra.

    Saludos

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  2. Lo que mencionas entre parentesis, este "Aún dura", lo valoro especialmente estos días, Manuela.
    Cuando veo todavía y a estas alturas grupitos de jovenes con la camiseta o el polo rojo, las banderas que siguen ondeando en los balcones, pienso que todo no fue flor de un día, euforia momentánea impulsada por los medios de comunicación, sino un sentimiento verdadero, personal, independiente que llama ahora al recuerdo con tal de prolongar la alegria anteriormente compartida.

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