jueves, 30 de septiembre de 2010

A V I O N E S

Hoy me he encontrado a un amigo que me ha dicho que está harto de abrir mi blog para ver si hay algo nuevo, sin resultados. "La gente va a dejar de mirar, te lo advierto; se van a olvidar de ti" No es que tenga demasiado interés en que miréis mis notas pero ese comentario me ha servido de acicate para vencer la pereza y encontrar un momento para ponerme aquí. Os hablaré de algunas anécdotas ocurridas en viajes en avión.

.o0O0o.

La monotonía más o menos ordenada del devenir diario la rompen los viajes. Hoy día, el que más y el que menos hace unos cuantos a lo largo del año. Pueden ser cortos o largos, con más o menos riesgo, aburridos, monótonos, lejanos, próximos, entretenidos, románticos, interesantes, azarosos, exóticos, culturales, etc., pero todos tienen en común que rompen -lo decía al principio- la rutina del día a día.

Deja uno su lugar habitual de residencia y se marcha a ver otros paisajes, otras gentes, con otras temperaturas, otras costumbres. Si el viaje es en avión la mezcolanza empieza ya en el aeropuerto. Últimamente he observado que hay una especie de competición para ver quién va vestido de forma más estrambótica y desastrosa, sobre todo si es verano pues, con la excusa del calor, parece que todo estuviera permitido. Y no lo digo sólo por nosotros, ocurre también con otras nacionalidades aunque creo que, a más occidentalización, más rarezas.

Este verano he tenido que pisar el aeropuerto para hacer un viaje corto, dentro de la península. Mientras esperábamos para embarcar (yo estaba con mi hermano en ese momento), pasó una pareja de conocidos que yo no vi. Ellos a mí sí pero no se detuvieron porque me vieron emparejada y no era mi acompañante habitual ¡qué prudentes! Unos pasos más adelante se tropezaron con mi hombre y entonces, más tranquilos, lo saludaron a él y luego vinieron hacia mí. No saco a colación este viaje por esta anécdota, sino por la que viene a continuación. Estábamos a últimos de agosto y los controladores amagaban con la huelga. En la práctica no la hacían pero, de hecho, los retrasos eran cosa común. Así, cuando subimos al avión media hora más tarde de lo previsto, nos comunicaron que aún teníamos que esperar, pues no había pista libre.
Al rato de estar sentados y cuando todavía el avión seguía en la pista, observo por la ventanilla que se aproxima hacia nosotros un vehículo articulado (son los utilizados para el transporte del equipaje pero desconozco su nombre) con un conductor y un copiloto. Como estos viajes low cost son tan desastrosos digo en voz alta a mis acompañantes:_ ¿Qué os jugáis a que estos empleados se creen que acabamos de llegar y vienen a descargar el equipaje? Ambos me miraron con sorna pero sin emitir opinión alguna; no hacía falta, sus rostros denotaban lo que estaban pensando: "¡Esta Maluca, siempre con sus cosas!" Los operarios, mientras, seguían aproximándose a la panza del avión y procedían a abrir la puerta. Yo ya no tenía visión porque estaban debajo de mi posición pero sus movimientos y ruidos así lo indicaban. Al rato, uno de los operarios que estaba encima del vehículo (al otro no lo veía) saca una silla de ruedas perteneciente a una señora impedida que había sido de las últimas en subir. Será eso, pensé, la habrán subido por error y la señora la habrá reclamado para dejarla en tierra. Seguí observando y comprobé con asombro cómo, en efecto, procedían a vaciar el avión de maletas. Nuevamente lo comento con mis acompañantes y vuelven a mirarme con ojos de incredulidad, a pesar de que estaban viendo ya lo mismo que yo. Ni corta ni perezosa me levanto y voy a avisar de lo que pasaba al azafato.
-Es imposible, me dice.
-Sí lo es, mírelo usted mismo y lo llevo a una ventanilla de una fila de asientos que tuvimos que dejar libre (igual ocurrió a la vuelta, la próxima vez preguntaré la razón) y sin dar crédito a lo que estaba viendo se lanzó rápidamente a llamar por teléfono. Los del transporte seguían su labor: uno dentro sacando los equipajes, el otro fuera colocándolos en las vagonetas articuladas. Cuando llevaban la mitad de su tarea realizada, uno de ellos echa mano del teléfono y, tras unos segundos de charla, reemprende la operación esta vez en sentido contrario, introduciendo otra vez los equipajes dentro del avión.
Si no llego a mirar por la ventanilla y no hubiera avisado con tanta decisión, el avión hubiera viajado con pasajeros, pero sin equipajes. Nosotros, de todas formas, viajábamos con equipaje de mano. Esto pasa por viajar en vuelos baratos, nos dijimos, pero entonces recordé otra anécdota terrible, esta vez en una compañía de prestigio, Air France. Volvíamos a Madrid desde París y tomamos un vuelo que continuaba, después de la escala en Madrid, hacia un aeropuerto con destino en un país sudamericano, no recuerdo bien si Argentina, Chile o algún otro. Por esa razón la inmensa mayoría de los viajeros éramos castellanoparlantes. A pesar de eso nos teníamos que tragar toda la perorata que sueltan los altavoces en inglés, francés y, por último, español. Como soy curiosa, me gusta ir comparando los distintos idiomas: cómo se dice tal cosa en francés, cuántas cosas pillo en inglés, etc. Todo eso si logro vencer el malhumor que me produce la carrerilla que coge ahora esta gente leyendo: parece un concurso de velocidad, no importa que nadie se entere de nada, lo importante es cuántos segundos puedes ganar: absurdo lo mires por donde lo mires; se supone que si te dan alguna noticia por el altavoz es porque es importante que lo comprendas, no para que admires la velocidad y el atropello del parlante.

Así seguimos durante todo el viaje y sin variación, todas las informaciones seguían la misma norma: primero en inglés, luego francés y, por fin, español. Pero, de pronto, cuando llevábamos unos veinte minutos de vuelo, un anuncio nos heló la sangre a todos: había problemas en el avión, cuando nos fuera indicado teníamos que estar preparados para abandonarlo sin recoger siquiera nuestros bultos de mano ni pertenencia alguna. La voz nos pedía que siguiéramos atentos a la espera de instrucciones. Todo el mundo se miraba horrorizado. La gente se tomaba las manos y se miraba casi despidiéndose. Mi compañero de asiento también lo hizo: los niños... me dijo. Yo lo tranquilicé enseguida: se han equivocado, no temas, le dije con una sonrisa que intentaba hacer desaparecer el pánico. Pero la gente que nos rodeaba empezaba a hablar cada vez más alterada y las caras reflejaban angustia así que, también esta vez, pulsé el botón de llamada a la azafata. Esta vino rápidamente: Oui madame? Sabe usted lo que dice la cinta que nos acaban de poner en español? No, lo sentía, ni ella ni nadie de la tripulación sabía español. Inaudito. Le dije lo que acabábamos de oir y tranquilamente me contestó que seguramente su compañera se había equivocado al elegir la grabación.

Cuando hubo pasado el susto, mi compañero me preguntó por qué estaba tan tranquila y tan segura de que se habían equivocado. Muy fácil, le dije. La grabación sólo estaba en español cuando todas las anteriores las habían emitido en los tres idiomas y además las azafatas seguían con los preparativos del almuerzo como si tal cosa. Eso no se hace ante una catástrofe inminente.



9 comentarios:

  1. Es cierto lo que dice tu amigo, yo soy una de las que mira tu blog.
    Hoy me encuentro con tu relato de aviones y de cómo por buena observadora recuperaste tu equipaje de quedarse en tierra ¡Pues fue una suerte!
    También la actitud de tus conocidos nos hace recordar que hoy en día, hay situaciones en las que no sabemos como actuar; por si acaso metemos la pata.

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  2. ¿Harto tu amigo de abrir tu Blog y de encontrárselo congelado en el tiempo?
    Me parece interesante la idea que introduce este amigo tuyo, Manuela.
    Hace tiempo, y como es tan tentadora la idea que acarician muchos internautas de crear su propio Blog, encontré este comentario ( muy gracioso) de alguien ( mujer y francesa) que daba sus razones por quedarse “lectora de blogs” en vez de lanzarse al compromiso que supone escribir una cosa tan personal como un blog.
    "Je serais totalement incapable de tenir un blog, je ne saurais pas quoi raconter. Comme une chèvre dans l’enclos attachée au piquet. Moi, j’aime me balader, musarder, passer, m’arrêter, lire, vous lire tous. C’est bon, proche mais pas de trop. Je suis si bien au vestiaire."
    Hubiera traducido el texto al castellano, pero después de consultar con Manuela, llegamos a la conclusión que habría que sustituir la imagen de” la cabra en el redil con la pata atada a la estaca por la del “ pájaro en jaula”.
    Lo cual no nos convence del todo. Así que lo dejo tal cual, en su versión original.

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  3. Rafi, yo no llevaba mi equipaje facturado, ahora tenemos maletitas de esas que caben en las jaulas que tienen esas compañías baratas para probarlas.Ya ves que aunque no fuera el mío el que se quedaba en tierra, no me importó.
    Claudie, toi, comme toujours, sacándole jugo a las cosas, como esa mirada al "blog congelado" que daría tanto juego.
    Yo, cuando comencé a escribir el blog (creo que lo decía por ahí) también pensaba que no tendría nada que poner en él, pero ya ves...
    En cuanto a la otra idea, la de verse obligado, pues es muy relativa. Es verdad que cuando pasa mucho tiempo y no pones nada nuevo piensas que tienes esa tarea abandonada pero eso a mí no me quita el sueño ni me preocupa en exceso, en cambio cuando logro subir alguna cosa, aunque sea una tontuna, me alegro y me compensa.
    Por último está lo que estamos haciendo ahora: intercambiar opiniones y eso, si no fuera por el blog, no lo haríamos, así que estoy contenta de tenerlo.

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  4. Maluca. no he tenido la suerte de viajar mucho. En avión he subido tres veces entonces no me suena lo de las jaulas para el equipaje, pero entiendo tu actuación aunque no estuviera el tuyo.De lo que comentas de la fila libre, a mi me paso igual en un viaje largo, muy decidida pregunte y me dijeron que era donde se echaba a dormir el piloto, no se si seria un piloto pero horas mas tarde allí se acostó un hombre. La respuesta no me convenció mucho pero...

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  5. Sabios los consejos de tu amigo.
    Acertada tu decisión de actualizar el blog y acertada la inscripción en el curso de lectura.
    Interesante viaje en avión, al menos rompió la monotonía ¿no?

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  6. Augusto en cuanto al viaje tengo que decirte que hubiera preferido uno menos interesante. Algunos estábamos extrañados de que no hubiera habido ningún ataque al corazón.
    En cuanto a los consejos: tengo amigos sabios.

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  7. ¡Vamos a ver! Todo ésto es muy importante para mí, lo de los aviones y tal. Hace unos días he declinado la invitación de un amigo, un buen amigo, de acompañarle a la boda de su hijo, que se ha celebrado en Méjico, capital.
    ¿Sabéis porque no he ido? pues es muy sencillo y supongo que ya lo habréis adinivado, ¡ por miedo al avión !
    Hoy, 16/10/2010, he estado con él, gran aficionado al fútbol, jugó de portero en Atlético Español, primera división mejicana, bueno, pues hemos estado en Miraflores de la Sierra, degustando un buen "Ribera" y unos huevos estrellados, estilo "Lucio", que el partido de fútbol, posterior, en el jugaba mi nieto Yoni, ¡¡¡que partidazo !!!, bueno, pues eso, que como dice una querida amiga mía, tiendo a la dispersión, ya con el "pacharán", le he confesado que después de estar, durante diez horas sin mover el ojo, viendo el "milagro chileno" con todo lujo de detalles, he quedado curado de toda clase se claustrofobias, y otras fobias afines, en fín que creo que me encuentro preparado y dispuesto para ese viaje que ya creía que nunca podría realizar: Canadá, los grandes Lagos, etc. etc,. etc. y terminar en Manhathan oyendo a W. Allen tocando el clarinete.
    Con mucho cariño, nostalgia y sentimientos crepusculares, a mi querida Manuela, es su blog, y a mi no menos querida Rafi, ¡guapísima fuentecera! de mis años mozos, les dedico esta maravillosa canción:

    Tengo miedo al avión,
    también tengo miedo al barco
    por eso quiero saber
    lo que tengo que hacer
    para cruzar el charco.

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  8. Pluky, de todas formas, te recomiendo que primero vayas aquí cerquita, Sevilla o así, para probar. Una cosa es ver imágenes y otra, muy distinta, vivir esa experiencia.

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  9. Mirando el blog de Maluca, me encuentro con este paisano adulador, ahora llamado Pluki. Dos veces nos hemos hablado y las dos han sido para decirnos piropos, cosa que no podíamos hacer de niños. (Que cosas tiene la edad)
    Mira Pluki, a mi marido le pasa igual con el avión le tiene pánico. He conseguido subirlo tres veces pero la última fue a Brasil, y dijo que seria muy difícil que volviera a convencerle. O sea que lo que dice Maluca de empezar por viajes cortos puede ser la solución para acostumbrarte, no te vayas tan lejos para empezar porque puede ser peor.

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