domingo, 29 de mayo de 2011

ÁRBOLES



Salgo de Toledo a últimos de mayo y dejo los árboles del Paraíso con sus olorosas flores lilas, exhaustas de dar aromas, ya secas por el suelo. Han competido en el parque con las acacias para perfumar nuestros paseos. Ahora, las catalpas las han reemplazado. Están exuberantes de hojas y grandes racimos de flores blancas.
Llego a Soria y me saluda la pelusa blancuzca y lanuda de los olmos. Arriba, en el monte, los acebos brillan al sol, enredando a veces sus duras hojas de un verde intenso con los espinos blancos. Majuelos, endrinos y prunos silvestres, algunos todavía sin florecer, los acompañan. A ratos, en la umbría y en altura, los helechos, entre robles y los distintos y variados tipos de pinos que pueblan las sierras que rodean Garray. Un paseo por la Alameda de Cervantes (antiguo parque de la Dehesa) en Soria, completa el éxtasis ante la gran variedad de árboles y arbustos de esa provincia.

martes, 17 de mayo de 2011

HORARIOS



Seguramente una persona joven creerá que en España siempre han existido los horarios de comida actuales. No ha sido así. Hace solo 50 años, por poner un ejemplo, en muchos sitios de Andalucía, se comía a la una del mediodía. No me atrevo a hablar de otros lugares de España aunque es de suponer que sería igual en todos los sitios. En qué me baso: en mis recuerdos en primer lugar y también en la lógica, en la salida de los niños de los colegios. Salíamos a las 12 de la mañana y teníamos que regresar a las 15.00 horas, es decir a las tres de la tarde. Por tanto nos asemejábamos más a los países que nos rodean. En esa época no éramos tan raros, nos parecíamos más a nuestros vecinos. Ha sido después cuando nos hemos ido alejando.
Sorprendiéndome alguna vez de cómo la gente ha olvidado esta costumbre, he estado especialmente atenta a este dato en la literatura. Así, lo he podido comprobar en multitud de escritos, por supuesto de la época. También en canciones populares, murgas, etc.
Esto no quiere decir que se comiera a la una en punto, podía ser entre la una y las dos.
En los años sesenta, cuando trabajaba en Madrid y tenía horario "partido", como la inmensa mayoría de los españoles, entrábamos a trabajar a las 9.00; salíamos a las 13.30 para regresar a las 16.00 hasta las 19.30. Viviendo en Madrid y las distancias siendo tan largas, en casa de mis padres se empezó a comer a las 14.00. Esa costumbre la mantuvieron mis progenitores contra viento y marea mientras vivieron. En mi casa de recién casada en cambio la "jornada intensiva" lo cambió todo. Mientras estuve soltera y seguía con mis padres, ellos mantenían su horario y yo comía sola cuando llegaba de trabajar. Cuando me casé, evidentemente nos acoplamos a las circunstancias.
En España, la jornada intensiva (de 8.00 a 15.00) fue progresando y los horarios de comida de la gente, por tanto, adaptándose. Ahora, parece que se está produciendo otra vez un cambio, los horarios están tendiendo a ser interminables y a salir cada vez más tarde del trabajo. También es verdad que en algunos sitios se entra a trabajar más tarde o con horario flexible.

domingo, 15 de mayo de 2011

SAN GREGORIO Y EL DON DE LA UBICUIDAD




Como estoy un poco vaga, además de convaleciente, voy a repetir aquí un post que escribí el año pasado y es que, queridos amigos, las situaciones se repiten. Es verdad que este año, por mis circunstancias, he estado mucho más modosita. Me he recogido pronto, he estado más tranquilita y solo he bailado media sevillana y un pasodoble relajado. Intentaré que no me quede como el anterior (cortado por la derecha, por tanto de imposible lectura). Allá vamos, ¡a intentarlo!.


Decía alguien en algún foro que lo mejor de los encuentros por San Gregorio eran las personas y lo peor, digo yo, no tener el don de la ubicuidad. Me explico: me gustaría quedarme hasta que me venciera el cansancio la noche del viernes bailando o charlando pero, al mismo tiempo, también me gustaría al día siguiente estar fresca como una rosa (cosa ya imposible, claro, lo digo en sentido figurado) y levantarme temprano y ver la salida de la procesión y hacer el camino andando. Hacerlo andando pero charlando y cantando y no quedarme afónica para después la guitarra. Al mismo tiempo me gustaría quedarme en la cama hasta las diez, para ir relajada.
También me gustaría estar en cada chaparro en el momento preciso. Esto lo digo porque, con frecuencia, cuando llegas a uno te dicen: "se acaba de ir de aquí fulanito". Resulta que ese fulanito es la persona que tú llevas muchos años sin ver y te hubiera encantado saludar. También te dicen en otro: "os hemos estado esperando para echar un rato con la guitarra pero como no veníais..." o "aquí hemos estado cantando y con el acordeón, qué pena que no estuviérais". Cosas así te van diciendo por cada sitio que pasas. Si estás en el chaparro de menganito, en ese preciso momento es cuando más animada está la pista y si estás en la pista dándole a la sevillana o al pasodoble, en el chiringuito es donde se forma la bulla. Y no te digo nada si tienes que ir al baño, entonces pasan a saludarte por tu chaparro todos aquellos con quien hubieras querido hablar pero, claro, tú no estabas.
¿No os ha pasado?