sábado, 29 de octubre de 2011

OTOÑO


Adelantan el reloj, no estoy de acuerdo, no me gusta, pero es cosa estacional. Ya está una acostumbrada, aunque el cuerpo seguirá resintiéndose durante unos días. Ahora, por estas fechas, prefiero recordar otras emociones, otras sensaciones, otros olores, otros hábitos.
Es tiempo de castañas, de nueces, de setas, de higos secados al sol. De sandías y calabazas vaciadas, con huecos hechos en la piel para la boca y los ojos y una vela dentro para alumbrar por la noche. Es tiempo de hojas caídas, hojas amarillas, ocres, rojizas.
Es tiempo de membrillos, de boniatos y batatas asadas. Dulces, azúcar, horno, lumbre, candela.
Es tiempo de trasplantar calatheas, con sus variadísimos verdes, begoñas y azaleas.
Alternancia de frío, sol, lluvia, viento racheado.
Tiempo de cementerios, flores de muertos, lamparillas, faroles.
Tiempo de bellotas, dulces bellotas.


martes, 18 de octubre de 2011

EMOCIONES

Ahora, mi hijo Jerónimo acaba de sacar un disco con letras en español. Bueno, todavía no ha salido a la venta, pero ya lo tienen todos sus mecenas a través del envío que él les ha hecho, tal como prometió en el vídeo promocional de su aventura de "crowdfunding".
De pronto se me vienen a la mente un montón de recuerdos. Vivencias antiguas rodeando el tema de la música. Su primera flauta, su primera guitarra, su primera clase de solfeo..., pero sobre todo sus primeras canciones, esas que le enseñaba Javier, el profe de música del colegio siglo XXI. Recuerdo una llamada "Cangaceiro", las de la Trinca... no tendría entonces más de ocho años. Más tarde, Sabina..., otros profesores, otras guitarras, los Beatles..., canciones de Camarón...
Las cantaba en casa y su padre y yo nos quedábamos embobados. No nos extrañaba demasiado porque había tradición en la familia, pero ¡lo hacía tan bien! Cuando fue creciendo se iba tornando más pudoroso y ya se encerraba en su habitación. Se notaba que se metía en el tema, voz y guitarra bien compenetradas. ¡Y qué cara ponía algunas veces cuando interrumpías abriendo la puerta! A pesar de haber llamado antes, naturalmente. Quizá por eso, algunas veces, el cuarto de baño era el lugar más seguro. Podía expresarse a pleno pulmón, los vecinos se quejaban menos y ¡esa puerta sí tenía cerrojo!
Por eso, cuando más tarde en lo álgido de un concierto, o después de alguna aparición televisiva, alguna amiga me comentaba -¿estarás emocionada, no? me quedaba un poco meditativa.
¿Emocionada? Sí, un poco. Emocionada y contenta, pero las verdaderas emociones tuvieron lugar en esos momentos relatados anteriormente o -quizá la mayor emoción- el día que llegó con una maqueta y me dijo: -Escucha esto. -¿Qué es? -Tú escúchalo. En casa sabíamos que algunas tardes iba a tocar con algunos amigos pero eso lo había hecho antes más veces. Por eso nos quedamos de piedra al escuchar un montón de canciones -todas en inglés- grabadas en un cd. -Me encantan, ¿de quién son? -Son mías.
Algunas de ellas formarían luego parte de su primer disco.

martes, 11 de octubre de 2011

AJETREO MAÑANERO

Me levanto pronto y hago tiempo hasta que llegue la hora de salir a hacer algunas gestiones.
Cuando una piensa en la jubilación, lo primero que se tiene en mente es poder dormir mucho, no madrugar: craso error. Desde que no trabajo, mis despertares son tempraneros, aunque variables.
Voy en primer lugar al banco y cuando llego ya me preceden un par de clientes. Me desplazo también andando (hay que hacer ejercicio) a la oficina de correos para gestionar el voto en las próximas elecciones. Decido atravesar el parque para ganar tiempo. Mal asunto. Las chinas(1) y arenilla de los paseos se me cuelan entre los dedos a través de las tiras de las sandalias. Acelero el paso porque el aire es aquí más fresco que si hubiera ido por la avenida, donde ya pega el sol.
Al entrar en la pequeña oficina de correos son las nueve y cuarto y la sala está a rebosar. Los bancos habituales están repletos y las sillas añadidas aquí y allá también. Algunas personas permanecen de pie.
Pulso el aparatito expendedor de los números de turno y me corresponde el 41. Hay cuatro mostradores con otras tantas personas atendiéndolos y todos van a buen ritmo.

Tanto la máquina expendedora como los mostradores avisando de un nuevo número producen ruido. La primera emite un sonido que me recuerda el timbre que hubo en mi casa de Moratalaz, allá por los primeros sesenta, los segundos son sonidos más modernos.
A medida que pasa el tiempo, el intervalo entre los timbrazos se acelera. ¡Cuánta actividad de tan buena mañana!
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(1)Me hubiera gustado utilizar la palabra chinato pero tampoco la contempla el Drae.

sábado, 1 de octubre de 2011

TONTO EL QUE LO LEA


Había salido a comprar el periódico y dar una vuelta por el parque. La mañana tenía una luz preciosa, propia de estas fechas de finales de septiembre. El aire se notaba limpio, transparente y el día soleado y ligeramente fresco. Me hubiera tenido que dejar echada por encima la chaqueta que había cogido, pero prefería recibir las últimas caricias del sol en los hombros. Ya no podría hacerlo durante mucho más tiempo. Algunas hojas comenzaban a amarillear y pronto caerían, aunque seguían predominando los verdes. Ya lo habían hecho otras, las de los plátanos, grandes, crujientes, que iba pisando en mi paseo.
Me detuve en un banco entre sol y sombra para hojear las abundantes revistas de propaganda sobre moda y cosas para la casa que habían unido al diario y que te ofrecían "gratis". Las dejé en una papelera antes de irme. No mencionaban que el precio del diario había aumentado 30 céntimos.
Las pocas construcciones que hay en el parque, algún muro de separación, algún poyo o columna para sostener alguna estatua o inscripción, estaban repletas de grafitis. Durante todo el camino de regreso fui observando cómo estos dibujantes-escritores, habían ido rellenando con su ¿arte? cualquier espacio libre que se cruzara en su camino, en este caso coincidente con el mío.
Los letreros que iba mirando distraida eran zafios en su mayoría, con faltas de ortografía; las paredes estaban pintarraqueadas* con dibujos obscenos, insultos, apología de algún partido político, etc. De pronto vi algo que por su candidez me llamó la atención. Me retrotrajo al tiempo de mi niñez: era algo que ahora veía candoroso, inocente, contrastaba fuertemente con todo lo anterior. Alguien había escrito "Tonto el que lo lea". Seguramente su autor no sobrepasaría los diez años, pensé.
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*Así se dice en mi pueblo, aunque no viene en el diccionario de la Rae. Lo que sí viene en el diccionario es "pintarrajar", que significa pintarse o maquillarse mucho y mal. Derivará de éste, seguramente. El que quiera puede leer ahí "garabateadas", aunque no es exactamente lo mismo.