viernes, 17 de febrero de 2012

LA LLAMADA





El maldito trabajo los mantenía momentáneamente separados y los fines de semana se les quedaban cortos. Eso los que se veían pues con frecuencia surgían viajes inesperados o complicaciones de última hora. Ella no terminaba de acostumbrarse a la separación, a la soledad de las noches. Las llamadas a destiempo y los breves correos no eran suficientes y la descoordinación que conllevaban originaba malentendidos y malhumores que se iban enquistando. La desconfianza y el asomo de celos empezaban a aflorar y esas conversaciones improvisadas cuando sonaba el móvil en el peor momento no facilitaban las aclaraciones.
Desde que lo conoció lo había necesitado a su lado; su presencia, su contacto le resultaban imprescindibles, pero hoy especialmente ella necesitaba oír su voz. Marcó su número a la hora de comer pero no le respondió. Intentó ser comprensiva: él era despistado, lo llevaría sin volumen, estaría en un sitio sin cobertura, lo habría olvidado en la oficina. En estos momentos le resultaba insustituible, irreemplazable, por eso llevaba el móvil en la mano.
 Una leve vibración precedió al sonido de llamada, miró el número: era él. Un relámpago atravesó su cuerpo, alojándose en el bajo vientre.
- Clara López, tronó imperiosa la voz de la enfermera. Pulsó "rechazar" y se dirigió como una autómata hacia la puerta de la consulta.

miércoles, 15 de febrero de 2012

D R O G A S




Hoy, por fin, he oído la noticia. La he oído en serio, como propuesta. A debatir, pero en serio.  Qué alivio, pensé que nunca lo harían. Además han citado las razones: tráfico de personas, lavado de dinero, extorsiones, secuestro, corrupción, asesinatos, cientos, miles de asesinatos. Mucho, muchísimo sufrimiento de miles de personas, sin olvidarnos de los incautos que sufren pena de cárcel en todos los países del mundo.

Sí, se trata del anuncio de la posibilidad de legalización de la droga. Lo han comunicado en el telediario de hoy.

La idea ha sido del presidente de Guatemala, Otto Pérez y lo ha apoyado Mauricio Funes, presidente de El Salvador. Es una propuesta abierta para debatir entre todos los presidentes americanos, incluido Barak Obama. Se han dado cuenta de que a pesar de todas las medidas que se están tomando, con miles de millones invertidos, el consumo no baja sino que sube.

Sería una medida conjunta porque si no, no sería efectiva. Tengo pocas esperanzas (Méjico y EE.UU. ya han dicho no) pero al menos  se ha propuesto, la he oído, la van a debatir.

jueves, 9 de febrero de 2012

¡¡FIBRA, FIBRA!! (Y VITAMINAS)

Hablaba el otro día en el Corral de Don Diego con un amigo de mi nuera sobre alcachofas y pensé enviarle la receta de las que había preparado justo ese día antes de salir al aperitivo o de cervezas, como se dice ahora. Entonces pensé enviársela por correo pero me acordé de otras formas de cocinarlas y decidí dar a conocer todas mis habilidades con este vegetal.


Estos campos verdes eran fértiles huertos en tiempos de mis abuelos. 




Mi relación con las alcachofas viene de lejos. Cuando era niña, en el huerto de mi abuelo, me encantaba comerlas crudas. Iba deshojándolas y dándoles un mordisco en la parte más carnosa, clara y tierna de cada hoja hasta llegar al corazón (receptáculo floral), al que quitaba los pelillos  y también me comía. Las manos,  labios y dientes quedaban ennegrecidos y la boca con un regusto dulzón.

En casa de Rocco, en la cabecera, yo a la derecha de la foto y de espaldas, yendo a la cocina, Sara.

Más tarde, cuando vivía en Yibuti, jovencita, me  invitaban con mis tíos a casa del italiano Rocco. Sara, su cocinera etiope, hablaba correctamente el italiano y preparaba la pasta como cualquiera del país. Ella cocinaba las alcachofas rellenas de carne que yo intento imitar. A Rocco le traían las alcachofas y otras verduras  de Adis Abeba, donde él había tenido negocios y donde seguía teniendo contactos. De allí había venido Sara y de allí recibía envíos  de frutas y hortalizas en avión cada poco tiempo. 

El boy somalí que trabajaba en casa de mis tíos había sido cocinero del gobernador y me enseñó algunas recetas, entre otras, una sencilla para las alcachofas: simplemente hervidas y acompañadas de vinagreta.

Después, recién casada (seguía siendo jovencita), conocí en la casa del barrio madrileño de Moratalaz de mi amiga Maruja  otra forma de hacerlas. Esa era la que más gustaba a los niños, así que durante mucho tiempo fue la más utilizada en casa. Ahora, nunca las cocino de esa manera. Ni el aceite frito ni la harina vienen bien a mi cuerpo.


Además de todas estas variantes, también me gustan en el arroz, con patatas, en menestra, en la caldereta de cordero, cortadas en finas láminas a la plancha, etc.

Y después de este largo preámbulo, paso a escribir las recetas. No tengo fotos de todas ni son de calidad, pero es lo que hay. Ojalá os sean útiles.

Alcachofas hervidas

Se quitan las primeras hojas y se cortan las puntas de las demás. Se hierven con agua y una pizca de sal. Se pueden dejar al dente o más hechas, según el gusto de cada cual. Aparte se prepara una vinagreta con aceite de oliva, vinagre, sal y una cucharadita de mostaza, preferiblemente francesa. 
De esta vinagreta suelo tener siempre en el frigorífico un bote preparado para acompañar cualquier verdura.
Se sirve la salsa en una esquina del plato  y se van mojando en ella las hojas. Se comen con las manos, así que no es muy recomendable ponerlas cuando se tienen invitados.
Suelo añadir siempre los troncos también pelados. Por supuesto guardo el agua de haberlas hervido para utilizarla después en cualquier guiso.

Alcachofas rellenas de carne picada

Se limpian las alcachofas como la vez anterior y se ahuecan en el centro para que quepa bien el relleno.  Éste consiste en carne picada aderezada con sal, pimienta, ajo  y perejil finamente picados. Se puede añadir un poco de jamón picado y un pelín de pan rallado para trabar; yo no lo hago. Una vez rellenas se pone todo en crudo a cocer en una cacerola con agua y sal hasta que estén tiernas.
También en este caso aprovecho los rabos.



Alcachofas fritas
Estas deliciosas alcachofas también son fáciles de hacer y gustan a cualquiera, incluidos los niños. 
Se limpian como siempre y se cortan en cuatro partes. Se salan, se enharinan y se fríen en abundante aceite. Antes de pasarlas por la harina se pueden pasar por huevo batido. Es más engorroso y no por ello resultan más ricas.