miércoles, 13 de marzo de 2013

ANTES DE QUE VUELVA PAPÁ




Tómatelas antes de que vuelva papá. La niña empezó a engullir todas las pildoritas que su hermano mayor había ido sacando del gran neceser que su madre tenía encima del armarito del cuarto de baño. Cuando  éste oyó la puerta, empezó a guardar las cajas de donde habían ido saliendo las pastillas multicolores. Cerró el neceser, lo tomó del asa y se subió encima de la banqueta para colocarlo en su sitio. Mientras, la pequeña, sentada en el suelo, se terminaba una a una las pastillas esparcidas por el suelo. En el instante en que apareció papá en la habitación, Tomasito, de puntillas sobre la banqueta, estaba a punto de alcanzar el borde del armario.

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Así, como indica el título y las negritas, debería empezar el relato que solicitaban y que no podía  sobrepasar las cien palabras. No sé si las he superado, porque de todas formas no iba a enviarlo. Sí me hubiera gustado escuchar los finalistas, pero no tuve ocasión.


viernes, 8 de marzo de 2013

PRIMER VIERNES DE MARZO

De espaldas, observando atónita la gran cantidad de gente
A pesar de haber tranquilizado y prevenido a mis contactos en facebook de que no volvería a darles la tabarra con mis idas y venidas, vuelvo a la carga. I'm sorry.

Esta vez el viaje es en tren y el motivo pasar el día con nuestro amigo Bernardo, que viene desde Jerez a estar unos días en Madrid para ver a su hija y sus nietos.

Es la primera vez que hacemos uso del nuevo e impecable aparcamiento que ha hecho el ayuntamiento justo al lado de la estación de Renfe. Estas cosas prácticas, bien pensadas, económicas y que dan un gran servicio a los ciudadanos que diariamente deben desplazarse a Madrid no siempre se les ocurren, a pesar de su lógica, a los gobernantes, así que chapeau!


Bernar aprovecha el tiempo que le sobra para visitar museos. Él enseña a pintar y últimamente muestra un cierto frenesí por acudir a cualquier evento artístico. Nosotros en cambio estamos algo saturados, así que en lugar de acompañarlo a su visita al Thyssen, quedamos a medio camino entre este museo y la estación, el edificio de Caixa Forum. Echamos sendas ojeadas rápidas a las dos exposiciones que alberga y salimos dispuestos a caminar por los alrededores, no sin antes haber admirado una vez más su bella escalera, la exuberancia de la pared con las plantas colgantes y la moderna solución dada a esa vieja edificación.  En nuestra anterior visita paseamos por el barrio de Salamanca, ahora lo hacemos por el barrio de las Letras. 


Estando por los alrededores del edificio del antiguo diario Pueblo, vemos una gran concentración de personas y pensamos en algún acto reivindicativo de los muchos que hay hoy día en cualquier ciudad de España. Conforme nos acercamos, comprobamos que se trata de una multitudinaria cola de personas que apenas avanza y que ocupa varias calles. Como empezamos pronto a sospechar, se trata de los devotos del Cristo de Medinaceli, cuyo templo está en la calle Jesús, cerca de donde nos movemos. Por los visto todos los primeros viernes de marzo de cada año se produce lo que llaman besapiés y todos los fieles acuden a pedir, supongo yo, cosas buenas para ellos y sus familias. Efectivamente es viernes, uno de marzo. 

Hacemos comentarios sobre el tipo de gente que se acerca por allí y es capaz incluso de pasar una o dos noches -eso nos aseguraron- guardando cola para poder entrar unos minutos en el templo a pedir algo a la imagen del Cristo. Y aquí me vuelvo a plantear  la misma pregunta de siempre: ¿por qué los creyentes necesitan tener una representación, una imagen, aunque ésta sea de yeso, barro o madera?

Intercambiamos opiniones sobre la ideología de esas personas.  _Eso lo averiguo yo ahora mismo, dijo Bernardo cuando le mostré la pinta pija de un jovencito.
 _ ¿Tienes un papel?
 _Toma, le dije sacando la libreta que siempre llevo en el bolso y donde tomo muchas notas, algunas de las cuales traslado   luego aquí.
De pronto es como si hubiéramos retrocedido al inicio de nuestra amistad, cuando teníamos veintitantos años y él y Daniel hacían bromas sin parar con todo, a todos y en todo momento. Tomó la libreta abierta en una mano y un bolígrafo en la otra y se fue hacia la fila haciéndose pasar por encuestador de una empresa de estadísticas cuya misión era averiguar a qué partidos votaban los devotos del Cristo.
No contaré más. Sólo que la noche se nos echó encima, las horas volaron entre charlas y la hora de regreso marcó una separación que ninguno quería.
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Esto dice la wikipedia del Cristo de Medinaceli:
 La imagen de Jesús tiene una altura 173 cm y fue elaborado en talleres sevillanos-cordobeses hacia el siglo XVII. Representa a un Ecce Homo. Es de talla completa pudiendo ser presentado sin vestir, constando entonces de un paño de pureza. Tiene una mirada que refleja un gran sufrimiento así como una gran paciencia. La talla está encorvada por el dolor de espalda producido por la flagelación. La imagen tiene una cabellera tallada a pesar de que no se muestre al estar tapada por la "artificial" que se le pone. La imagen consta de un gran ajuar compuesto por más de treinta túnicas entre las que destacan una de 1846, regalada por el rey Francisco de Asís y otra de 1883, regalo de la Duquesa de Medinaceli. Para las grandes ocasiones como el primer viernes de Marzo o la procesión, Jesús luce una corona de oro macizo de medio kilo de peso con piedras preciosas incrustadas, regalo de los joyeros madrileños en la década de 1950.

lunes, 4 de marzo de 2013

CARTA A MIS NIETAS




Queridas nietas: esta es la primera carta que os escribo y es para cuando seáis mayores, tan mayores como para que ya os hayáis planteado esas preguntas que sólo se hacen a cierta edad. ¿Cómo era mi abuela Manuela? Qué cosas le gustaban, le interesaban, cómo era un día en su vida... todas esas preguntas que yo, hace un tiempo, me hice sobre mis abuelos.

Al escribiros he estado tentada de poner “queridos nietos”, pero Lucas es todavía muy pequeño y ya tendré tiempo de escribirle a él, aunque esta carta, si no cambian mucho las cosas, también la leerá un día, estoy casi segura.

Entre las cosas que puedan cambiar está la forma de comunicación. Ahora tenemos ordenadores pero ¿dentro de cincuenta años?  ¿Podremos trasladar la información conservada a los nuevos soportes? Estoy pensando en todos esos aparatos que he tenido y de los que me he tenido que deshacer por obsoletos. Mi primer magnetófono, las cintas, vinilos, tocadiscos, etc. que se han ido desechando. Por no hablar de las máquinas de escribir, cámaras fotográficas, teléfonos,  etc. ¿Cómo será todo dentro de cincuenta, sesenta años?

Bueno, pues como os decía os escribo para contaros que sois un poco las responsables de esta especie de diario que comencé a escribir cuando me jubilé. Pero no quiero engañaros, he dicho sólo “un poco responsables” porque si tengo que ser sincera, tendré que confesarme que en el fondo lo he hecho por y para mí. Qué tanto por ciento ha influido saber que a mis hijos les gusta conocer cosas de su madre y qué porcentaje ha sido pensando en vosotras, mis preciosas nietas, eso ni siquiera yo lo sé.

De todos modos no aspiro a que esto sea un retrato, ni mucho menos. Ni lo quiero, ni sabría hacerlo. Como digo en el encabezamiento del blog, son pinceladas, cosillas. Aquí cuento lo que me parece. Además quiero que tengáis en cuenta la edad que tengo en el momento en que lo escribo. He conocido a lo largo de mi vida a gente  muy variopinta y extraordinaria y he recorrido la península, casi toda Europa y también he viajado a lugares alejados, pero ahora llevo una vida más apacible, donde priman otras cosas. Vosotras, por ejemplo, ocupáis una parte importante de mis intereses actuales.

Alguna me vez me digo a mí misma que por qué  hago públicos estos escritos. Si son para vosotras, los podría tener en un archivo, pero no sabéis lo desordenada que soy y seguramente si no los tuviera que presentar en público, primero no estarían tan cuidados (tampoco lo están tanto, cuántas veces me he arrepentido de darle al intro (o publicar) demasiado pronto, antes de echarles una última lectura) y segundo ya estarían la mitad de los textos extraviados, por no hablar de los que no hubiera escrito por dejarlos “para más tarde”. Eso me pasa ya, no creáis, pero esto de tener que poner aquí algo por lo menos una vez al mes o cada dos, me obliga un poco. Con todo, dejo muchas veces de escribir porque me digo: total, ¿para qué? ¿Qué le importa al mundo mi opinión sobre el reciclaje, por poner un ejemplo (por cierto, tengo que escribir algún día sobre ello, ya que sólo lo rocé en el tema del agua de la ducha)? ¿A quién le importa dónde he ido, qué he visto, dónde, qué y con quién he comido, qué he sentido? Bueno, y a mí qué más me da si les importa, si no, si les irrita o si les parece una bobada, yo lo escribo porque quiero, porque me sale en ese momento, porque pienso (aquí es donde intervenís vosotras) que un día a lo mejor (o no) os gustará leerlo, porque sí he descubierto, gracias precisamente al blog, que a mis hijos también les gusta saber cosas mías que no salen en las conversaciones, ni en las fotos guardadas en los álbumes, olvidos, ideas dadas por supuesto, etc.
Es todo cuanto quiero deciros (por ahora). Un beso.