lunes, 18 de febrero de 2013

LUNES MADRILEÑO


El lunes día 11 de febrero me levanté con ganas de escribir una entrada en mi blog. Tenía anotado el inicio de una frase de esas que avanzan en el espacio radiofónico para solicitar a los oyentes relatos cortos y pensaba seguirla, a ver qué me daba de sí, pero… me dio pereza. La dejaré para más adelante, a ver qué se me ocurre –pensé-.

Tenía la mañana y la tarde libres, así que había que aprovechar bien el día. Hacía mucho frío. Habían anunciado nevadas en el norte y en toda la cordillera central y el cielo estaba cerrado, triste y gris. Para colmo, las rachas de viento eran fuertes, así que la sensación era de más frío que el que hacía en realidad, que no era poco.
Observad aquí el detalle del cucurucho en el plato, al lado de la raja de melón


Hice los planes rápidamente. Había visto en el periódico del domingo un anuncio de exposición de bodegones en la fundación Juan March y me apetecía verla. Desde que estoy pintando miro la pintura con otros ojos, siento un interés diferente. Daniel estaba de acuerdo y los amigos Luis y Elisa –contactados telefónicamente en Madrid-- también.  Por fortuna, el día se fue abriendo y cuando llegamos a la capital ya había más claros que nubes, aunque el frío siguió siendo intenso.




La exposición de “bodegones” o “naturalezas muertas” (ahora se propone el término “mesas”) era pequeña aunque representativa. Todos del siglo XVII, holandeses y flamencos. No más de cinco o seis autores. Me llamó poderosamente la atención, porque antes nunca me había fijado, un detalle: entre los objetos representados, en cuatro o cinco cuadros, se hallaba un cucurucho de papel arrugado, es decir, usado. Por qué estaba en esas mesas, qué uso se le daba, son preguntas que nadie me supo responder. ¿Era para la sal, contenía tal vez especias, tabaco? Me gustaría mucho conocer su uso o significado.
¿Os suena este paso peatonal? Perdonad la osadía
Edificio de la sede de la fundación Carlos de Amberes


Desde la calle de Castelló, sede de la Fundación Juan March, nos trasladamos a otra Fundación, la de Carlos de Amberes, en la calle Claudio Coello. Queríamos ver el antiguo edificio del Real Hospital de San Andrés de los Flamencos, donde tiene la sede esta fundación y, de paso, echar un vistazo a la exposición que albergaba sobre los Beatles; “Beatlemanía, 50 años después” era el nombre con el que la presentaban. Muchas fotos, portadas de discos, vídeos de sus visitas a España, revistas y periódicos alusivos, algún intrumento, etc., componían la muestra.

Galería comercial, antigua sede de Abc. Como véis, pocos transeúntes, pocos coches.

Como las exposiciones fueron cortas, aún nos dio tiempo de pasear por ese precioso y tranquilo barrio ese lunes de gélidas temperaturas. Normalmente hay mucho más ajetreo, pero ese lunes no. ¿Era la crisis, el aire frío y cortante, el día de la semana? Tomamos una cerveza en la galería del antiguo periódico ABC y después de un largo paseo comimos en el restaurante gallego O’Caldiño, en la calle Lagasca. El caldo de entrada entonaba el cuerpo y hacía honor al nombre del local.

A primera hora de la tarde, café en el Starbucks de la calle Fuencarral y película en el cine Paz, en la misma calle. Se trataba del estreno de la peli chilena NO, especie de documental sobre el referendum celebrado en los años ochenta para decidir si el dictador Pinochet seguía ocho años más o no gobernando. La oposición proponía el No, que finalmente ganó. Gael García Bernal es protagonista principal y el director, Pablo Larraín. Había oído hablar muy bien de ella pero me decepcionó un poco. Eso pasa cuando las alabanzas previas son excesivas. Si hubiera ido a verla "a ciegas", seguramente me hubiera impactado y emocionado más. Lo cierto es que muchos comentarios, actitudes, acciones, retratados en la cinta no nos resultan desconocidas a los españoles que ya tenemos unos años. Está bien hecha, bien interpretada, pero quizá tiende más a ser, lo que he dicho antes, un buen y extenso documental que una película. Para dar mayor verosimilitud se ha rodado (según he oído) con cámaras antiguas y eso la hace muy pesada, las imágenes no tienen nitidez y, al final, lo paga el resultado y tu vista.

Os dejo aquí el enlace del vídeo del trailer: http://www.youtube.com/watch?v=Ii_YHe47FTg




jueves, 14 de febrero de 2013

CARNAVALES

Hacia 1956, soy la del centro.






En casa de unos amigos, haciendo el tonto de romana.


Acaba de terminar el carnaval y ni siquiera me he enterado. Este año incluso me he quedado sin ver la cabalgata porque terminamos tarde de comer en casa de unos amigos y mis nietas dormían en casa. ¡Qué impropio! 


Mis primeros recuerdos de carnaval los tengo gracias a la foto que conservo de niña, con mis dos mejores amigas de aquellos años. Después, alguna cosa más, poco: ingeniosas murgas en mi pueblo, salidas con amigas y vecinas por las calles gritando el típico ¡no me conoces!  y poco más.

Eran tiempos en que no se podía uno tapar la cara, el franquismo había prohibido los carnavales. De todas formas, la gente se las ingeniaba para cubrirse con una sábana, pintarse los rostros con tizón o cualquier otra artimaña. La mayor o menor permisividad dependía del cabo de la guardia civil y del  alcalde de turno. Así, en unos pueblos estaba totalmente prohibido, en otros con la restricción de las máscaras y en alguno incluso permitiéndolas.

De todas formas había mucha ingenuidad. No sé si debido a la época o por mi corta edad, bastaba un pijama tipo chino para que te consideraras "vestida de china" o un tapete de tu abuela para ir "de romana". Así eran las cosas, se disfrutaba con poco. A mí de todas formas siempre me ha gustado disfrazarme. No entiendo a la gente que dice odiar esta costumbre. Comprendo que a alguien no le llame la atención o lo deje indiferente, pero siempre me ha costado entender las aversiones.


Aquí, de hada. ¡¡¡Qué delicia poder lucir
 pelo liso, aunque fuera de peluca!!! En esta ocasión no era carnaval, era Noël en Djibouti.

De china (?!)


Cuando me fui a vivir a Madrid, el carnaval seguía prohibidísimo y, más tarde, cuando empezó la "apertura" y casi cada barrio tenía el suyo, los hijos eran muy pequeños, así que no fue hasta vivir en Albacete y luego en Toledo cuando le tomé gusto a lo del disfraz. La gente estaba deseando hacer aquello que había estado prohibido tanto tiempo  y empezó a tomar las calles cada febrero. 

Hay que hacer excepción del baile de máscaras que se celebraba en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Baile burgués en sus orígenes, se prohibió totalmente a partir de 1936. En 1948 se quiso retomar la costumbre pero hubo que llamarlo "Gran Baile de exaltación del traje regional". A pesar de esto, unos años más tarde volvió a prohibirse y no fue sino en 1984 cuando vuelve ya para seguir hasta nuestros días. 

En Canarias y Cádiz se habían seguido celebrando, aunque fueran carnavales descafeinados y sin llamarlos así, por supuesto; pronunciar la palabra carnaval era poco menos que un crimen. Los nombres dados a estas fiestas eran muy pintorescos: lo primero en que no se ponían de acuerdo era en la denominación, lo mismo podían presentarse como fiestas de invierno que como fiestas de primavera.


A continuación, algunas fotos de aquellos años, pero tengo que seguirle la pista a algunos fotos de entonces que me faltan y que incluiré aquí más tarde. Sí he encontrado para una muestra:


El año 90, conseguido ya el "Barcelona'92" proponíamos el "Toledo'96"


Soy la de azul


De morisca roja y azul

Un bailecito



Pues como decía al principio, este año no he podido presenciar el desfile ni he paseado por las calles pero sí he tenido ocasión de averiguar los motivos más sobresalientes y repetidos en los disfraces: Cospedal, peinetas, Mariano, los sobres y las tijeras.