sábado, 27 de septiembre de 2014

LARGO VERANO














Me despedí de vosotros hace mucho tiempo, a principios de mayo, y, con la excepción de un artículo que tenía para otra publicación y decidí poner en este sitio en agosto, desde otro ordenador y sin saber siquiera si iba a salir bien, no he pisado por aquí.

Confieso que me fui sin muchas ganas de volver, pero al poco empecé a echar de menos escribir, mas, como el hombre es un animal de costumbres y yo, que antes garabateaba cualquier papel y lo guardaba, ahora soy incapaz de poner algo en pie si no es aquí, en mi ordenador, mis documentos, manuela, textos... pues me he pasado todos estos meses de vacaciones "escribidoras", que diría Vargas Llosa.

Este ha sido un largo verano fuera del hogar habitual, lleno de idas y venidas, y culpable de una ausencia que no quería tan prolongada.

Al poco de partir, empecé varios proyectos, todos mentales, que se quedaban ahí. Para no olvidar esas quiméricas intenciones empecé a sacar fotos como una posesa. Las fotos suplirían las notitas de otros tiempos, haciendo de recordatorio. 

Así, he tomado fotos de todos aquellos lugares que he visitado o revisitado, paseando, en coche, en tren, en barco, desde un ascensor, fotos de amaneceres, atardeceres, puestas de sol, nubes, nubes blancas, grises, más oscuras amenazadoras de tormenta, arcoíris tomados rápidamente desde la ventanilla de un coche, triunfales y completos sobre el mar, incluso dobles, fotos de súbitas nieblas vespertinas los primeros días de septiembre, fotos de pájaros, flores, plantas, arbustos, árboles, parques, reuniones de amigos, mesas, tapas, bares, restaurantes, chiringuitos, fotos de la hermandad de Punta Umbría saliendo para el Rocío, de la procesión marítima de la virgen del Carmen, fotos en el mercado, fotos a la compra en casa, fotos a lo cocinado, a las bebidas frías, espumosas cervezas, humeantes infusiones, helados y transparentes vinos blancos, tintos carmesíes, artísticos postres, entradas, aperitivos... y también fotos a la familia, a los amigos, a los carteles curiosos, a esas lunas llenas entrevistas entre las ramas de los pinos, en fin, a todo, queriendo capturar cada momento para intentar retenerlo y trasladar aquí alguna de esas vivencias.

Pero el verano pasó y ahora no vendría muy a cuento hablar de las sensaciones del sol de agosto en la piel, o de las caminatas por la orilla cuando la marea está baja y la consistencia de la arena es la adecuada. De lo molesto de las voces de la gente de alrededor de tu sombrilla mientras intentas en vano leer o, simplemente, relajarte.

Quizá cuando reorganice la montaña de fotos traiga algo de eso aquí o, quizá no, quizá se quede dentro, como esa alegría íntima y gozosa de los ratos con buenos amigos reencontrados.