jueves, 27 de octubre de 2016

VIAJE POR EL DANUBIO (5). BRATISLAVA

El viaje estaba previsto como ya dije para llegar hasta Budapest y visitar a la vuelta Bratislava, pero un dique roto por la embestida de un barco nos hizo cambiar los planes. En lugar de Budapest y en espera de noticias sobre la reparación del dique, visitaríamos ese día Bratislava, después ya se vería. De todo eso fuimos informados detalladamente por parte de la guía española.

Bratislava, a unos 60 kilómetros de Viena es una bonita ciudad que no llega al medio millón de habitantes; está situada a orillas del Danubio y es la capital de Eslovaquia; una pequeña parte de ese país toca el río, entre Austria y Hungría.

Por primera vez, estábamos atracados cerca de la capital y no necesitamos de transporte alguno para llegar al centro. Mientras avanzamos mirando escaparates y admirando jardines y edificios comprobamos que éstos y las iglesias tienen una gran variedad de estilos. Paseamos un buen rato por sus calles, tomamos café, hicimos (hicieron) algunas pequeñas compras y subimos al castillo para ver la panorámica.





Fuente en la plaza del Mercado














Iglesia de san Miguel



Bóveda de la iglesia Azul



Nuestra visita coincidió con la cumbre de líderes europeos para tratar el Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea), así como el asunto de las migraciones y las fronteras, la economía o el crecimiento.

La reunión tendría lugar precisamente en el castillo (erigido en el s. X) que nosotros íbamos a visitar, así que todo el camino de subida estaba plagado de policías y soldados portando metralletas. Las vistas merecieron la pena.
Vistas del río y nuestro barco desde el castillo

Llegamos al barco justo a tiempo para la comida. Después, cigarrillo en cubierta. Los fumadores éramos ya como de la familia. Los españoles formábamos corrillo y nos pedíamos unos a otros cigarrillos y fuego. Yo me había pertrechado bien de ambas cosas para el viaje. Había un médico madrileño que "no fumaba" y que pidió todos los días del viaje tabaco y mechero. Lo comprendía perfectamente.

A las cuatro de la tarde nos dieron un café con pastelito en el salón.

Las noticias de casa eran tranquilizadoras, pero pésimas las que había sobre el arreglo de la esclusa. Aunque solucionaran el problema en un tiempo récord, cosa que no podían asegurar, el volumen de tráfico es tan intenso en este río que gran cantidad de barcos se hallaban ya a la espera para poder pasar.
La esclusa estropeada, Gabcikovo

Por esa razón no iríamos a Budapest en barco, sino en autobús. Incomprensiblemente, la organización del barco había decidido que desde Bratislava volveríamos a Viena y desde allí tomaríamos un autobús hasta Budapest, donde comeríamos en un restaurante ya reservado y pasaríamos toda la tarde. También nos habían reservado un hotel donde cenaríamos y desayunaríamos al día siguiente.

Tras esta mala noticia pasamos una tarde tranquila en cubierta. De vez en cuando un helicóptero rompía la tranquilidad; pasaron bastantes. Igualmente coches con sirenas circulaban a toda velocidad atravesando el puente Nuevo que teníamos delante. A algunas autoridades las debieron llevar a dar un paseo por el Danubio. Todo eso intenté captarlo en la foto de más abajo: al barco grande lo escoltan varios más pequeños.



A las 7, la cena. Empezábamos a estar hartos del pollo y del cerdo; el pescado, infumable; viniendo de España es lógico que nadie lo pida. Los helados y pastelitos servidos en unos cuencos de cristal azul con forma de góndola son ya motivo de pitorreo en la mesa por su repetición.

Después de la cena había espectáculo en el salón. Se trataba de un montaje de cuadros con personajes teóricamente graciosos. La compañía explotadora del barco no se molesta en contratar a profesionales para entretener, no. Aprovecha su misma tripulación, que, además de trabajar el doble del horario normal, tiene que hacer este tipo de actividad. Aplaudimos mucho porque (a mí al menos) nos parecía que tenían mucho mérito los camareros, recepcionistas, limpiadores, etc., en el papel de actores, cantantes, payasos, etc.

Nosotros prolongamos la velada tomando un PX que lleva Bernard en cubierta. Más tarde y ya en nuestro camarote, oímos la salida muy ruidosa de Bratislava. Nunca había sentido antes un ruido que parecía de bultos arrastrándose y rozando el suelo o el techo, no sabía bien, también barras de hierro golpeando o bultos pesados chocando. Mi marido, mientras, dormía plácidamente.


6 comentarios:

  1. Jaja Maluca. Parece que tu marido tiene el sueño muy pesado.
    Es muy interesante la entrada y como cada vez muy bien graficada. Me pareció estar en Bratislava.

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  2. Creo que dar este detalle me va a traer algún "chaparrón".

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  3. Uffff.....He terminado agotada. Me he hecho todo el recorrido de un tirón y además sin taxis, jajaja pero he quedado contenta del viaje...

    Un excelente reportaje querida Maluca. ¡Felicitaciones! Besos...

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    1. Gracias India, ahora ya nos cansamos con poco, jejeje, tiempos en que lo queríamos ver todo, experimentar con todo...

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  4. Vuelvo a esta página, donde dejé tu estupendo reportaje por motivos de un viaje para visitar a una tía.
    Me encanta repasar contigo mis recuerdos y además saber de las anécdotas de tu crucero fluvial.
    También conocí Bratislava. No estuve en el castillo pero si recorri sus calles, sus iglesias y tomé un rico café en una zona residencial de estudiantes.es una ciudad pequeña pero con encanto. Es bonita tu panorámica hecha desde el rio.

    Te sigo, un abrazo

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    1. Todas estas ciudades en torno al Danubio son preciosas y para mí eran desconocidas, así que las he disfrutado como parece que es tu caso. Me hacen ilusión las opiniones y sobre todo saber que estas líneas pueden interesar a alguien. Gracias Chela, un abrazo.

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