Otra vez otro campeonato deportivo, por supuesto de fútbol, pero no me pregunten a qué nivel porque no lo sé. Seguramente será algo europeo porque no oigo hablar de equipos americanos, ni africanos, ni asiáticos, así que sí, debe ser cosa europea. El caso es que todo el mundo habla de fútbol, la gente ve fútbol, los twits y el facebook tratan de fútbol y yo... pues tendré que referirme al fútbol.
El tema ha surgido a través de mi reciente amiga internauta Paule, que me preguntaba por correo cómo habíamos vivido aquí el partido de ayer; ella, francesa, tenía curiosidad. Antes, mi amigo Moisés me había dicho que mi blog se estaba oxidando un poco, así que he encontrado la ocasión perfecta para dar satisfacción a ambos, aunque, me temo que no voy a aportar nada nuevo porque escribiré sobre algo que desconozco.
Particularmente creo que es una pérdida de tiempo mirar un partido de fútbol: es entretenimiento, sí, pero creo que aporta muy poco. Por eso no tengo ningún interés en ver ningún partido, es más, procuro (si tengo que perder el tiempo relajándome) cualquier otra actividad. Aun así, cuando alguna vez me ha llamado la atención o me he visto impelida a mirar alguno, he de confesar que inmediatamente me he metido en el juego y automáticamente me he puesto del lado de uno de los equipos, casi siempre del más débil, excepto si es a nivel internacional, donde, lógicamente estoy del lado de mi país.
Esto es un poco extraño porque debería mirarlo con indiferencia, pero no, es algo que no consigo. O no lo miro o, si lo hago, estoy perdida, me acabo animando y, en ocasiones, apasionando.
Me deben quedar vestigios de la afición de mi padre y de los partidos que jugaba mi hijo y que yo iba a ver alguna vez, amén de la afición que conserva mi marido.
Pero lo de ahora, lo que pasa ahora con nuestra selección, que han dado en llamar "la roja" con gran cabreo infantiloide e incomprensión por parte de muchos, sobrepasa todos los límites. Cuando veo tanto fanatismo y tanto "aborregamiento" en las masas, entonces yo reculo un poco, me aburro, me hastía y prefiero quedarme fuera, no participar.
Por eso, para verlo con un poco más de distancia y no hacer lo que todo el mundo, salí de casa ayer por la tarde, día en que jugaba España contra Francia. La ciudad, como el resto del país, estaba paralizada. Apenas circulaban coches. En el jardín donde hablábamos Claudia y yo a las afueras de una pequeña población retumbó el ulular de la celebración del primer gol.
Mi codiciada plaza de aparcamiento estaba libre cuando regresé y el ascensor no se había movido.
Mi codiciada plaza de aparcamiento estaba libre cuando regresé y el ascensor no se había movido.
A pesar de los pesares, me alegré de que ganara España.
Dichoso futbol. Tampoco a mi me gusta el futbol, solo que en estos días lo sobrellevo como puedo. Algunas veces me siento perdida cuando oigo las conversaciones sobre este deporte. Cuando todo el mundo lo sigue tendrá su porque, que yo no entiendo!
ResponderEliminarMaluca no abandones tanto tu blog, piensa en los que te seguimos.
Un abrazo.
Ya que hablas de fútbol y de la selección, por lo menos podías haber puesto una foto de la misma actualizada. ¡Como se nota que no estás al loro!
ResponderEliminarAunque no te lo creas, sabía que no estaba actualizada, pero no le di importancia ya que iba con el tono del relato. La pista me la dió enseguida el pelo de Sergio Ramos. Como hago notar en el escrito, aquí el fútbol te lo meten quieras o no, así que no nos queda más remedio que estar todos al loro. Besos a mis dos paisanos, sobre todo a Rafaela, fiel seguidora.
Eliminar"Aborregamiento" dijiste. Y así, por curiosidad salí de mi casa a andar un poco, sobre las 20:45 ayer. A ver quien había por la calle a estas horas.
ResponderEliminarMe encontre con 3 señoras mayores ( de mi barrio)sentadas en uno de los pretiles delante de las escaleras mecánicas de Toledo.
La primera ( Inés) me dijo que tenía la TV estropeada, la segunda que no podía ver el partido, de lo histérica que se ponía con los goles. La tercera se subió rapidamente a su casa para comprobar que su marido cumplía con el pacto que habían acordado entre los dos: solamente vería el partido en diferido, pues el estado de su corazón no le permitía verlo en directo.
Son mis vecinas del casco.
Caray, eso sí que es apasionamiento.
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