Foto tomada hoy mismo, cuando ya apenas quedaban niños por salir del colegio y la calle se ve casi despejada. |
Pegado a la calle donde vivo hay un colegio. Ocupa toda una manzana. Las cuatro calles que lo circunvalan se llenan de coches a las horas de entrada y salida de alumnos. Normal. Lo que no lo es tanto es que se permita aparcar en doble fila también en la vía de dirección contraria existente en una de esas cuatro, avenida principal. Tampoco lo es que, a la hora de salida, además de todo esto, el Ayuntamiento desplace a la zona a dos o cuatro agentes de su policía municipal y corte dos de esas calles en una de las dos direcciones que tienen.
Esto vienen haciéndolo durante años. Yo no le había prestado mucha atención porque cuando trabajaba llegaba a casa después de la hora de salida de los críos, pero, desde hace poco, algunos días mi salida o entrada a mi casa coincidiendo con esta circunstancia se convierte en un problema. No tengo en mente que no puedo entrar a mi casa por donde siempre (si es hora de salida, está cortada) ni salir por donde suelo (también cortada) y me encuentro con las vallas de prohibido que previamente ha puesto la pareja de policías en sendas calles, permaneciendo luego vigilantes durante una hora. Tengo que decir que esto me origina (a mí y a todos los vecinos de la calle o que quieran pasar por allí) dar una vuelta de más de un kilómetro circulando a 5 km/hora. Ya he dicho que todas las calles de los alrededores están ocupadas por coches de padres que buscan dejar a sus hijos lo más cerca posible, intentando llevarlos motorizados ante la misma puerta. Todas las calles están en continuo movimiento de coches aparcando, coches esperando la plaza dejada libre para cogerla, coches que no pueden pasar y esperan para poder hacerlo, coches circulando muy despacio porque van buscando una plaza (aunque sea montándose en una acera o pisando plantas, para eso tienen coches bien potentes), coches que no pueden circular porque los anteriores se lo impiden, coches, coches, coches...
Como varias veces me he encontrado con no poder acceder a mi garaje por estar taponada la entrada por los coches de los papis y en otras he tenido que sortearlos cuando pretendía entrar a pie, tomé la decisión de dirigir varios tuits y denunciar la situación al alcalde y a su concejal de tráfico, además de hablar con la policía. Por supuesto ninguna respuesta, pero al menos se percatarían de que había algún vecino molesto.
Aunque el gobierno municipal es socialista y el colegio de curas, hay un miramiento especial, quizá porque el cole está petado de hijos de cargos de este partido, aunque no tanto como del otro, del natural.
Estos son los antecedentes. Ahora os cuento lo que me pasó ayer.
Venía yo subiendo mi calle un poco como podía pues eran muchos los coches que había que sortear. Además de los coches aparcados en batería en una de las aceras, en la otra, donde aparcar está prohibídisimo, no cabía un alfiler. Al mismo tiempo, como ya he dicho antes, infinidad de coches aparcando, desaparcando, esperando plaza o simplemente pretendiendo poder avanzar, ocupaban la calle entera. Para colmo e incomprensiblemente, en medio de todo ese barullo, un coche de autoescuela intentaba aparcar en un sitio que acababa de quedar libre entre los aparcamientos en batería (no entiendo que se metiera allí, debe ser que la autoescuela sabe que en otras horas esa zona es tranquila). Como estaba toda la calle colapsada (incluido el paso de peatones, ocupado en parte por vallas, en parte por policías y el resto por los coches aparcados más los que transitaban), intento pasar a la entrada de mi bloque como puedo y, en ese momento, una señora con potente automóvil que se percata de mi pretensión de pasar delante de su coche, acelera y casi me atropella, total para quedarse parada un metro más adelante. Retrocedo para no ser masacrada y, al pasar el coche, lo rozo con el teléfono que llevaba en ese momento en la mano. El golpe era flojo porque he de advertir que mi móvil va protegido por una funda de plástico blando, pero sí es verdad que quería hacerle notar que si no llego a andar lista casi me mata.
La conductora montó en cólera, se metió en la plaza con la que ensayaba la autoescuela, cuyo alumno ya había iniciado la maniobra de aparcamiento y tenía las luces de marcha atrás encendidas. Dejó el coche a medio aparcar, se bajó furiosa y, colérica, me gritó fuera de sí (yo había seguido andando tranquilamente hacia mi portal):
_Señora, un poco de educación, hay que pasar por el paso de peatones.
_Señora, un poco de educación, hay que pasar por el paso de peatones.
Y la señora se quedó tan pancha, ella no había echo nada mal
ResponderEliminarAsí somos y mas cuando estamos dentro del coche. El imprudente es el peatón.
¡Yo creía que estos problemas diarios, solo los sufríamos los que vivimos en el casco antiguo de Toledo!
ResponderEliminarTranquila, estimada Maluca. Si hubiera pasado en Chile, ella no te dice señora. Te habría dicho "vieja conch...tu m....que "te habis (dialecto) imaginado".
ResponderEliminarY eso que ella es la católica de buenos principios.
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