domingo, 1 de diciembre de 2013

LOS PLATOS DE LA ABUELA

¡Cómo pasa el tiempo! Escribí estas líneas una tarde de los últimos días de octubre, en Conquista, y hasta ahora no he tenido ocasión de subirlas aquí.
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Voy a escribir esta entrada en mi blog, pero fundamentalmente es para mis hijos, mis nietos, quizá mis hermanos y mis sobrinos, en definitiva, es casi un comentario a la familia. Quiero decirles simplemente en esta ocasión que su abuela Antonia, mi madre, fue una gran cocinera. Lo fue porque lo debió ver en su casa (y luego en la de su suegra), pero también por intuición, por amor a lo bien hecho, por gusto para sí misma y para los demás.

Siempre lo intuí, pero cuando era joven yo no daba mucha importancia a estas cosas y ella tampoco las consideraba un mérito. Nunca la oí vanagloriarse de que algo le había salido rico. Ni de eso, ni de nada, por otro lado.

Sabía que mi madre tenía unos cuantos platos inigualables: por ejemplo, el cocido, las acelgas, las judías blancas, las gachas con tostones, el asadillo, las migas, las sopas con uvas, las coles, el pisto (el mejor del mundo) esos arroces con cualquier cosa que mi hermano Juan nunca probaba..., pero ha sido después, mucho después cuando he descubierto  que lo suyo era único. Qué pena que fuera tan apocada.

La familia de mi padre era la "ilustrada" (sin mucho motivo, la verdad) y la de mi madre, la campesina. Quizá por esa razón y también por su carácter, nunca se atrevió a valorar (y menos a exhibir) sus habilidades. 

Mi madre, al llegar a Madrid, incomprensiblemente dejó de hacer esos platos de pueblo, los de su casa, los de toda la vida, que ella bordaba. Bien que se lo reproché alguna vez. 

Seguramente por no encontrar los avíos necesarios o bien por comodidad, empezó a imitar a sus vecinas, consumiendo lo que ellas, platos más modernos.  Probablemente también la economía de entonces  jugaría en su contra; aun así, aprendió a hacer platos que a mí, hoy, me parecen insuperables. Bien es verdad que ella no innovaba, era un poco repetitiva y no tenía mucha imaginación, pero tenía otras cualidades. A pesar de su nunca buena salud, entre la casa, los hijos, ayudar al abuelo  en todo,  sabía sacar el tiempo para preparar con amor esos platos que, sin ese elemento, no hubieran salido tan logrados.

Ahora, años después de su muerte, me invitan alguna vez amigos y parientes a probar algo en sus casas cuando estoy en el pueblo. Pisto del bueno, con los ingredientes hechos por separado y poco a poco, como el de antes, o ajo "sopeao" con espinacas del pueblo: nada. Cada vez que he vuelto a probar esos sabores intentado recordar los de vuestra abuela o recuperar mi niñez, me he sentido decepcionada. Entonces he comprendido la perfección de mi madre en la cocina.

Por si estáis tentados de pensar que esta confesión puede deberse a la añoranza, os diré que no. He probado estos platos de la abuela hasta que murió, por tanto cuando yo era ya madurita y vosotros recordaréis sin duda algunas cosas. Entre otras, su nunca bien ponderado pollo al ajillo, imitado ahora por mí sin lograr alcanzar nunca su excelencia.

Este escrito quizá me esté saliendo un poco sentimental y emotivo. Es lógico, lo escribo aquí en Conquista, en la terraza, con el paisaje de toda la vida al fondo y llegándome a los oídos ladridos, cantos de algún pajarillo que no identifico... oigo las campanas y a la nariz me alcanza el olor de alguna chimenea encendida ya. en estos días precursores del invierno.

3 comentarios:

  1. Sin ser de tu ámbito familiar, Maluca, hasta me he emocionado con la justificada añoranza de los platos aquellos a los que, deduzco, tu madre agregaba pinceladas propias.

    La que cuentas es una historia de vivencias y nostalgias que tus lectores(al menos yo) hemos disfrutado.

    Un beso.

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  2. Ha sido un delicioso regalo leerte querida Maluca, (nos conocimos en otro lugar, que desde que lo dejaste no volví a el) Has escrito un entrañable relato repleto de ternura y sentimiento, que me ha traído recuerdos y emociones casi olvidadas.

    Gracias has logrado emocionarme y hasta humedecer mis ojos,

    Te envio me cariño con un abrazo.

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  3. Hola paso por volverte a saludar y llenarte de buenos deseos querida
    Maluca

    Un apresado abrazo.¡que seas feliz!

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