Al
mercadillo al aire libre que instalan en Toledo vendedores ambulantes lo llaman “el Martes”. No hay que pensar mucho para encontrar la
razón de su nombre: efectivamente es porque se celebra los martes. A mí el
nombre no me causó sensación porque venía de conocer otro con un nombre aún más
peculiar: “los Invasores”, en Albacete.
Ya estaba habituada a oír: “voy a los Invasores”, “¿te vienes a los Invasores?”. Cuando llegué a Toledo por tanto no me extrañó demasiado, aunque me siguiera
chirriando, lo de “hemos quedado en el Martes”.
Antiguamente,
esta concentración de puestos de todo tipo de mercancías tenía otra ubicación,
pero se fue quedando pequeña y ahora está situada fuera de la muralla, en lo
que los toledanos llaman “la vega”.
La silueta de Toledo se recorta al fondo. |
En Madrid había visitado en varias
ocasiones el Rastro y sé que en Sevilla había algo similar pero nunca fui a
conocerlo. El Rastro de Madrid, aumentado y multiplicado tiene ahora de todo,
aunque sigue guardando su sabor de tiendas de
anticuarios y de cosas usadas, antiguas
o no tanto. Es verdad que ahora que tanto ha crecido lo nuevo sobrepasa ampliamente aquellas tiendas y puestos al aire libre de tanta solera. La última vez que lo visité fue para comprar unos lienzos.
En
estos nuevos mercadillos que existen en cualquier población los puestos son de
cosas de nueva factura en general, aunque cada uno con sus peculiaridades. El de Toledo
no tiene puestos de comestibles frescos (ni frutas ni verduras ni por supuesto
carne ni pescado) pero en cambio son típicos los pequeños tenderetes de ajos,
quizá por aquello de que se dan mucho en esta tierra. También existe uno muy
grande dedicado a legumbres, bacalao, conservas… También de lámparas, de flores, de encurtidos. Da gusto ver las mil y una variedades de
aceitunas, las berenjenas, cebollitas y pepinillos brillantes en grandes y
pequeños tarros de vidrio o de plástico, también a granel. Pero lo que más
abunda es la confección. Miles de prendas, de señora, caballero y niños, interiores
y exteriores, para la casa, la decoración… y también mucho calzado. Hay bollería, ferretería, cacharros de cocina... Es difícil
no encontrar algo que se te ocurra comprar.
No
siempre instalan el mismo tipo de puestos. Unos se dan más en ciertas épocas
(paraguas), otros típicos de la navidad, por ejemplo: perfumes, adornos
navideños; cosas para el baño en verano, etc.
Pero
lo realmente típico de Toledo y "del martes" es quedar a tomar café o chocolate con churros en
el quiosco-bar Catalino. En verano al aire libre y en invierno cobijados bajo
unos toldos cerrados. Allí se dan cita las señoras ttv (teteuve, de Toledo de
toda la vida). Se ven pocos hombres. Antes de empezar a hacer tus compras o
después, según, es casi obligatoria una visita al Catalino.
Eso
es lo que hice yo el pasado martes, 14 de enero. El día era frío, gris y lluvioso y “el Martes”
estaba un poco desangelado. La mayoría de los puestos tenían grandes plásticos
cubriendo el género, ya que, aunque no caían chaparrones, lloviznaba a intervalos.
Desde esa zona, Toledo se veía espectacular. La
neblina de la mañana daba un aspecto brumoso y grisáceo a la línea recortada de
edificios que forman el casco histórico.
Bien pertrechada para el frío y cargada con mi paraguas, estaba ya cogiendo sitio en una de
las mesas cubiertas del Catalino a las once en punto de la mañana. Enseguida
llegó mi amiga en el autobús procedente de la Cornisa. Después de compartir mesa con otras clientas (el quiosco se pone a reventar), la acompañé a descambiar algo que había
comprado como regalo de reyes y no había acertado con la talla. Fue entonces
cuando se me ocurrió que podía escribir sobre el mercadillo.
Hoy, una semana después, he vuelto y me he dado un paseo entre los puestos. En soledad, te llegan
más las voces a tu alrededor: “al ajo moraíto, para dar sabor a las comidas”, “camisetas
‘redustoras’, como las de la tele”, “dos sostenes cinco euros” y así.
En
el Catalino, el tema de conversación este martes era el concierto de campanas(1) del sábado anterior:
“más gente que en el Corpus”, "por la calle Ancha no cabía un alfiler", "el ruido de
la gente no dejaba oír las campanas, dicen que era mejor por la tele".
El
día era más frío pero a pesar de las nubes no se preveía lluvia y el sol se dejaba
ver a ratos. Al haber más luz, he aprovechado para hacer algunas fotos.
Toledo, martes 21 de enero de 2014
(1) Primera actuación cultural de la conmemoración de la muerte del pintor griego de Toledo "Año del Greco".
Que bien se pasa una mañana en el rastro, o en el martes. En mi barrio como es muy grande hay tres rastrillos que yo recuerde, el de los lunes el de los jueves y el de los domingos. Siempre cerca hay algún bar como el Catalino con sus churritos.
ResponderEliminarTengo que reconocer que la palabra "encurtidos" es la primera vez que la he visto, o por lo menos, es la primera vez que me fijo en ella.
ResponderEliminarMe gusta tu relato sobre el martes en Toledo. Lo del concierto de campanas para mí fue más un "desconcierto".
Hola Maluca:
ResponderEliminarMe recuerdas las dos veces que he tenido el honor de haber estado en Toledo.No debe haber sido en día martes, porque no tengo memoria de haber conocido "el martes".
Abrazo austral.