La luna al fondo, enmarcada por el arco que forma la rama de la palmera |
El otro día puso mi
hijo el enlace que pongo al final del párrafo en su muro de fb. El título del
artículo es, más o menos, "12
errores que nunca debes cometer al hacer una ensalada" y Alberto me citaba
diciendo que esas cosas ya se las había enseñado su madre desde chiquitito.
Pues bien, anoche tuve la mala experiencia de tomar una ensalada, si no con
esos mismos 12 errores, sí con unos cuantos. Una verdadera pena.
Estábamos en una
bonita terraza con la luna llena al fondo. Le hice una foto por aquello tan de moda y tan citado estos días de la "blue moon". Después de los
aperitivos, me pedí una ensalada. El nombre era sofisticado y atrayente. Todos
los ingredientes me parecieron apetecibles: hablaba de frutos secos,
langostinos, ocho tipos de lechuga, salmorejo... eso al menos es con lo que yo
me quedé, ya que, al estar con una pareja amiga, cuatro comensales
intercambiando opiniones... tampoco te puedes parar a estudiar
pormenorizadamente una carta de restaurante.
Los aperitivos
pasaron sin pena ni gloria aunque las chirlas abiertas en una sartén con aceite
de oliva y unos ajos estaban sobresalientes. ¿Por qué aquí en Huelva saben
diferentes? Pueden hacerle la competencia perfectamente a las famosas coquinas.
Cuando llegó la
ensalada se me cayeron los palos del sombrajo. El aspecto ya repelía: una gran
fuente llena de cosas amontonadas, formando un cerro compacto. En el fondo de
la fuente, la lechuga. No se veía, pero pude averiguarlo después: era la
corriente y moliente que venden en cualquier súper, con alguna brizna de
escarola y una brizna de canónigos (lo de las briznas es literal). A
continuación estaba todo cubierto de una gran capa de lo que en la carta
llamaban "frutos secos" y en la práctica eran quicos (granos de maíz)
fritos y triturados, aunque en este caso yo diría molidos. Eso lo cubría todo y hacía imposible la separación. Por los
bordes de la fuente 4 o 5 tomates cherry. El tomate cherry me encanta, pero no
cuando está muy maduro y la piel (que es muy dura en este tomate) se te separa en
la boca totalmente de la pulpa. Los langostinos resultaron ser gambones pero
¡rebozados y fritos! Sigo: a la pasta que formaban los "frutos secos"
le seguía una fina capa de salmorejo que formaba cuerpo con aquélla y, encima de
todo, los actualmente omnipresentes chorreones de la salsa espesa y marrón con vinagre de
Módena (o lo que fuere aquello).
Cometí tres errores: primero
pedirla, segundo no devolverla y tercero no hacerle una foto para traerla ahora aquí.
P.D. El restaurante se llama René y está en Punta Umbría.
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