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Me gustaba leer tebeos cuando era pequeña. En mi pequeño y aislado pueblo rural era raro encontrar en las casas que yo frecuentaba libros o cualquier otro material impreso. Por eso toda publicación en papel nos llamaba mucho la atención en aquellos lejanos años. Si además lo impreso tenía fotos o dibujos la ilusión era mayor.
Intentando recordar cuándo sería “mi primera vez con
un tebeo” he de decir que no lo tengo claro, pero una cosa es segura: en mi
casa los había y mi padre los leía y se reía y yo, aun sin saber leer, los
miraba y a veces algún dibujo también me hacía sonreír.
Tengo que hacer un pequeño paréntesis para decir que en casa de mis padres debió hacerse desaparecer todo rastro de cultura por temor a que pareciera subversivo, después de que detuvieran a mi abuelo.
Tengo que hacer un pequeño paréntesis para decir que en casa de mis padres debió hacerse desaparecer todo rastro de cultura por temor a que pareciera subversivo, después de que detuvieran a mi abuelo.
Cuando aprendí a leer, devoraba lo poco que había
por casa. Algún periódico usado y antiguo, alguna hoja desprendida de un libro,
el boletín parroquial cuando iba a casa de mi abuela materna…, el poco texto que
acompañaba a un antiguo atlas que había en casa… Las cartillas y más tarde la enciclopedia Alvarez que entonces teníamos
en la escuela, yo las llevaba siempre adelantadas. Mi alegría era tremenda cuando
algún familiar venía de viaje con algún cuento. Aquí tengo contado el disgusto
tan grande que me llevé cuando mi amiga Mari me rompió la ollita de miel de mi querido
cuento de Caperucita.
Con los años, se hizo más fácil conseguir estos queridos amigos, los tebeos, en mi pueblo. Había incluso quien los vendía
y los cambiaba. De todas formas seguían siendo tesoros. A mí me gustaba cualquier cosa que cayera en mis manos. Leía
los “de hadas”, sí, pero no me apasionaban, la prueba es que no recuerdo ni un
solo nombre. Disfrutaba con todos los personajes pero en aquellos ejemplares antiguos me
iba derecha en primer lugar a la "Familia Ulises".
Más tarde fueron cambiando los formatos y con ellos los dibujantes y los personajes. Entre éstos, los más entrañables y familiares:
Don Pío
Doña Urraca:
Las hermanas Gilda:
Zipi y Zape:
Rompetechos
los inefables Mortadelo y Filemón
y la famosísima 13, rue del Percebe.
En cuanto a los de aventuras, tan deseados, mi preferido era el Capitán Trueno
y, en segundo lugar, Roberto Alcázar
y Pedrín.
Después venía, por orden de preferencia, El Jabato
y El Guerrero del Antifaz, con su novia Ana María, como mi amiga del alma.
Confieso que en aquellos primeros años los dibujos tenían casi más importancia que el texto, por eso El Guerrero está en último lugar, por su barroquismo; yo prefería los dibujos más simples, más limpios.
Ahora, con las posibilidades que ofrece internet, podría llenar esto de datos, fechas, autores, personajes, etc., pero no, quiero poner aquí sólo lo que ha retenido mi memoria. Lo primero que me ha venido a bote pronto. Qué leía cuando niña es un dato que sólo a mí me incumbe o ¿interesará a alguien dentro de cincuenta años? ¿Tal vez a mis nietos? ¿Qué leía una niña de un pueblo perdido de Córdoba en los años cincuenta? Pues aquí lo dejo.
Después venía, por orden de preferencia, El Jabato
Confieso que en aquellos primeros años los dibujos tenían casi más importancia que el texto, por eso El Guerrero está en último lugar, por su barroquismo; yo prefería los dibujos más simples, más limpios.
Ahora, con las posibilidades que ofrece internet, podría llenar esto de datos, fechas, autores, personajes, etc., pero no, quiero poner aquí sólo lo que ha retenido mi memoria. Lo primero que me ha venido a bote pronto. Qué leía cuando niña es un dato que sólo a mí me incumbe o ¿interesará a alguien dentro de cincuenta años? ¿Tal vez a mis nietos? ¿Qué leía una niña de un pueblo perdido de Córdoba en los años cincuenta? Pues aquí lo dejo.
Vaya Maluca, hoy tu entrada puede interesar y traer buenos recuerdos a muchos de los años cincuenta como por ejemplo a mí, y más si somos del mismo pueblo y alguna vez compartimos algún que otro TEB.
ResponderEliminarUn abrazo.
Querida Rafaela. He dudado si introducir alguna anécdota -tan nítida por otro lado- y tan ligada a los tebeos como nuestros primeros contactos. La niña guapa y un poco triste y escurridiza que llegó a mi pueblo y a la que le gustaban los tebeos tanto como a mí. Luego, después de hablar, muchos años después, se ha aclarado todo. También mi caída al hoyo grande para plantar un árbol viniendo del cole absorta leyendo un tebeo se me viene inmediatamente a la memoria cuando pienso en aquellos años. Un abrazo grande, amiga.
ResponderEliminar¡Vaya Maluca!
ResponderEliminarSon recuerdos de infancia en tu querida España. Yo los tengo de mis años "tiernos" acá en chile, a la sombra de publicaciones que por cierto a ti y a tus lectores nada les dice, pero que tal como aquellos en tu caso, me quedaron en el corazón: El Peneca o El Cabrito( así se le denomina popularmente en mi país a los más chicos) o el Billiken, una revista infantil que llegaba de la vecina Argentina.¡Cuántos años han pasado!
Feliz 2016, amiga.
Es una cosa curiosa. Estos personajes de nuestra infancia nos siguen resultando tan familiares que parece que todo el mundo debe re-conocerlos ¡Y no es así! Hasta otra Esteban.
ResponderEliminarOhhhhh gracias por traerme estos divinos recuerdos de esas horas de emoción.
ResponderEliminarMe quedé de seguidora.
Un saludo buena semana
Gracias a ti Inma. Encantada.
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