lunes, 28 de mayo de 2018

NUEVA YORK

Desde mi última entrada, y antes, he estado visitando exposiciones, haciendo viajes, viendo películas... tomando notas, fotos, guardando folletos. A veces, en algún concierto, he buscado a tientas un bolígrafo en el bolso para anotar las sensaciones de ese preciso instante y después reflejarlas aquí. Todo lo he guardado durante un tiempo hasta que, harta de verlo encima de la mesa y cuando ya todo olía a rancio, he acabado tirándolo. Por eso este blog está últimamente ayuno de noticias.
Por eso voy a subir aquí ahora algunas de las muchas fotos tomadas en mi último viaje a Nueva York, porque las notas tomadas están un poco pasadas y preveo que, de seguir con esta apatía, las fotos se queden también en el baúl de los recuerdos.




































































miércoles, 14 de marzo de 2018

BOLSOS

Una vez más escribo sobre una minucia, pero creo que podría ser interesante para los posibles futuros costumbristas o etnólogos de dentro de algunos cientos de años, si es que la especialidad sigue existiendo y da la casualidad de que alguno encuentra este escrito. Mi optimismo en este terreno no tiene límites.

Voy a hablar, como advierto al principio, de algo sobre lo que pocos -creo- se detendrán a escribir: el orden en los bolsos de mujer. Supongo que alguna vez (o no) se estudiará que, así como hubo épocas en que se llevaba faltriquera, en otras en cambio las mujeres iban cargadas con bolsos del brazo o colgados al hombro  rellenos de cosas. ¿Describo qué cosas pueden ir en un bolso de mujer? Sí, voy a hacerlo porque creo que también esto variará mucho con el tiempo.  

 Podemos llevar una agenda. Esto ya casi nadie lo hace porque el móvil es capaz de albergar todo lo que aquella contenía. Un lápiz o bolígrafo resulta imprescindible. Las llaves de casa, las del coche, por supuesto. Algunas también las del trabajo. Un pañuelo, antes de tela, ahora  de papel, en paquetitos de diez unidades. Una barra de labios y quizá rimel y colorete. Para poder aplicarlos necesitas, obligatoriamente, un espejo. Las fumadoras, un paquete de tabaco y un mechero. Unos chicles u otras chucherías.  Un pequeño peine o alguna horquilla o goma para el pelo. También aquellas que las necesiten,  gafas (de sol, para cerca, lejos, lentillas).  No puede faltar el monedero, para monedas, claro, pero también para billetes, documentación y tarjetas de crédito, autobús, metro, supermercado, gasolinera... esto puede ser infinito. En invierno no pueden faltar unos guantes, un paraguas...

He comprobado lo difícil que es meter la mano en un bolso y encontrar, a la primera, lo que buscas. Por más cremalleras y departamentos que lleve el bolso en su interior, soy testigo de que esto pasa con frecuencia y no solo a mí.

Confieso que he terminado muchas veces vaciando el bolso en cualquier sitio para dar rápidamente con aquello que buscaba urgentemente. Recuerdo perfectamente la llamada (esperada con ansiedad) de mi hija anunciándome el nacimiento de mi segunda nieta. Llegábamos de cenar, adonde habíamos salido con amigos para entretener los nervios y, delante del portal, sonó el móvil. Imposible buscar pausadamente. Directamente vacié el bolso en el suelo para abalanzarme sobre el móvil y llevármelo a la oreja.

Pero ahora, por fin, soy ordenada. Sí, de hecho antes de empezar quería hablar solo del orden en mi bolsa de piscina. No es propiamente tal, pero tiene unos cuantos compartimentos y andaba por casa sin ninguna función, así que la he cogido. Quiero contarlo porque reconozco que es la primera vez que me pasa después de muchos intentos. Sólo ahora que peino canas he empezado con un poco de orden y ¡hay que ver lo útil que resulta! En el interior de la bolsa llevo las gafas de natación, el gorro, una toalla grande y otra pequeña. También dentro, en una bolsita independiente meto el champú y la ropa interior para vestirme directamente después de la ducha. El bañador lo llevo puesto. La bolsa tiene dos bolsillos laterales y desde el primer momento supe que debía poner siempre las mismas cosas en cada uno de ellos, para que no hubiera posibilidad de confusión. Tengo que decir que ¡lo he conseguido! En una llevo las llaves de casa, monedas sueltas para el parking, el candado de la taquilla y la llave del coche. En la otra, el móvil, la tarjeta de acceso y el tique del aparcamiento. Por primera vez en muchos años estoy alcanzando la perfección.

lunes, 19 de febrero de 2018

LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS



Estaba yo ajetreada con el ordenador y me vino a la mente el título de un libro del que apenas tenía datos: Los trabajos y los días. Sólo sabía que era un libro clásico, antiguo. Sí, pero ¿de qué época? Era evidente que si quería titular una entrada de esa manera tenía que saber primero de qué estaba hablando, aunque el asunto del libro y mi entrada no tuvieran nada que ver.
Era viernes por la mañana y, si habéis leído mi entrada anterior, teóricamente ése es mi día más libre. El jueves estuve en la piscina, por tanto tenía hecho incluso el ejercicio. Pero siempre hay un montón de cosas más. Estuve organizando la ropa deportiva en el armario, que no es moco de pavo. Quería tener juntos y ordenados los pantalones de chándal, las chaquetas, las camisetas de manga corta y las de manga larga; por último las partes que van sobre el chándal, más abrigadas y que no sé cómo se llaman. ¿Parece fácil, no? Pues no. Todo estaba muy repartido entre varios armarios y cajones ya que llevaba un siglo sin ordenar. Tenía además que ir separando lo que ya no me servía.

Después de esta tarea, absolutamente necesaria, tenía que llevar mi ordenador al técnico pues, incomprensiblemente, después de una actualización, no había forma de conectarme a Internet. Como la casa de arreglos no estaba muy lejos, me fui cargando con él dando un paseo. Volví agotada pero feliz ya que, como suele ocurrir, era una chorrada. No me había percatado de algo que estaba off cuando tenía que haber estado on. No obstante no me tranquilicé del todo hasta no llegar a casa y volver a darle yo misma al dichoso botoncito. Sí, funciona, pero inmediatamente me pide la clave de wifi.
-        Ajá, seguro que ahora no la encuentro, me dije.
No, sí la tenía, estaba perfectamente anotada en mi móvil. Catorce caracteres en letras mayúsculas que copié ligeramente inquieta uno a uno. Funcionó.
Mientras quería  echar rápidamente un vistazo al correo y otras cosas que no había mirado hacía días, me llegaban wasaps con preguntas de cuáles habían sido las propuestas que el líder socialista había planteado la tarde del miércoles en una asamblea abierta a la que había asistido.
No quería dejar sin respuesta esta pregunta ya que me permitía, al contestar, añadir la coletilla “aunque no las oirás ni leerás en ningún medio”, como efectivamente pasa ahora y a mí me gusta repetir.
Estando en esto llegó Daniel comentando que unos amigos querían salir a comer.
-        Claro, vamos, por supuesto; donde digan.
-        No, llámalos y propón tú un sitio.
-   Imposible, hazlo tú, tengo que terminar una cosa y me acaba de empezar a doler la cabeza.
Pero ya sólo tenía tiempo de arreglarme para la salida, así que lo de Los trabajos y los días que se me estaba ocurriendo, quedó para otra ocasión.
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Resultado de imagen de fotos de Hesíodo

Los trabajos y los días, en griego antiguo Ἔργα καὶ Ἡμέραι, es un poema didáctico y moral que exalta el trabajo y describe las labores del campo. Consta de unos 828 versos  y fue escrito por Hesíodo.
Hesíodo fue un poeta griego que  nació y murió en Ascra (Beocia) en el siglo VIII a. C. Aunque se sabe poco sobre su vida, parece que fue la enemistad con su hermano Perses a causa de la herencia paterna, la que lo llevó a escribir este largo poema.
Otros estudiosos lo han interpretado en el contexto de una crisis agraria que asoló al continente griego y originó la búsqueda de nuevas tierras.
Hesíodo puso por escrito y ordenó todo el cuerpo mitológico transmitido hasta entonces de forma oral. En su obra se basaron los mitógrafos posteriores clásicos, gracias a lo cual se ha conservado gran parte.

Venirme a la mente este título me ha hecho buscar y leer mucho acerca de él y de su autor, de lo que me alegro. Entre las muchas cosas que he encontrado, esta dirección que dejo más abajo y que no sé si su autor estará de acuerdo con que ponga aquí. A mí me ha parecido didáctica, por eso os la dejo, por si alguien quiere profundizar un poco más y, a partir de ahí, más y más.

http://epitomeclasica.blogspot.com.es/2011/12/hesiodo-los-trabajos-y-los-dias.html

Como véis, nada que ver con mi anodina vida, pero así son las asociaciones de ideas: muchas veces, sin sentido.