miércoles, 26 de mayo de 2021

ZORITA DE LOS CANES. RECÓPOLIS.

 El otro día vimos en la tv2 un programa sobre viajes. Lo dedicaron, al menos una parte, a Zorita de los Canes, en la provincia de Guadalajara. En aquellos días aún no se podía salir de la Comunidad, así que pensamos que sería un buen lugar para visitar. Todo invitaba a ello: las ruinas de la ciudad visigoda, el castillo, la ciudad misma a orillas del Tajo y su solitario alejamiento de la civilización. Además la Posada y el restaurante que indicaban tenían muy buena pinta. ¿Por qué no probar? No hay tantos lugares dentro de nuestra Comunidad que no conozcamos, así que decidimos el viaje.

Castilla la Mancha es grande, por tanto, a no ser que viajes dentro de tu misma provincia, las distancias suelen ser largas. Si en un primer momento pensamos hacer el viaje en un solo día, vimos enseguida que nos harían falta dos.

Salimos a media mañana de Toledo e hicimos el viaje de un tirón hasta Tarancón. Las carreteras estaban desiertas. No obstante, después de tanto tiempo sin viajar, la ilusión y sensaciones eran las de emprender una gran aventura. 

En Tarancón aparcamos el coche a la entrada de la calle Rey Juan Carlos I (qué poco va a durar este nombre, pensé) y anduvimos hasta el centro, ya que se trataba de estirar las piernas.

Visitamos la plaza donde está ubicado el Ayuntamiento en el antiguo palacio de Riánsares y anduvimos por el centro. Vimos a lo lejos asomar la iglesia de la Asunción, a la que nos deberíamos haber acercado, pero no lo hicimos. Así que nos perdimos quizá lo de más interés, junto con el arco de la Malena, por el que hay que pasar.

Si hubiéramos pasado por el lugar, quizá no me habría traído una imagen tan mala de esta ciudad, la segunda en importancia de la provincia de Cuenca. No me gustaron nada sus calles desordenadas. Ni un edificio es igual al colindante, todos de alturas diferentes, estilos diferentes, fachadas distintas, feos. Lo mismo se puede decir de las aceras, cada una con su  ancho y su pavimento  especial. El urbanismo no existía, los coches campaban a sus anchas y no encontramos ni un solo rincón agradable. Ni siquiera en la plaza del Ayuntamiento, donde me senté en una banco para relajarme, lo conseguí. Han puesto una fuente que funciona a intervalos. El mecanismo que pone en marcha el funcionamiento de los chorros de agua, hace bastante ruido. Como el apagado y el encendido ocurre cada pocos minutos, los sobresaltos eran continuos. 

Era todo tan feo, que nos fuimos enseguida. Seguimos rodando por carreteras solitarias hasta  Zorita de los Canes. Antes de llegar, enseguida pudimos divisar el majestuoso castillo, de difícil  acceso.

Encontramos la Posada (se llama así) sin dificultad y en cuanto colocamos las cosas y nos refrescamos un poco bajamos a comer. En el restaurante Abuela Maravillas también habíamos reservado previamente. Subimos a buscar la mesa, pero resulta que la tenían preparada en la terraza que da al río. Mucho mejor. El Tajo no parecía allí el mismo río. El color marrón asqueroso de Toledo era allí verde semiclaro azulado. ¡Qué diferencia! Quizá influyera que el día estaba despejado, solo circulaban rápidas unas cuantas nubes, pero el sol se dejaba ver la mayor parte del tiempo. Los árboles rotos como consecuencia del paso de Filomena, (y los más jóvenes) estaban echados sobre el río y los pájaros saltaban de unos a otros compitiendo en canto. De vez en cuando alguno hacía un vuelo rasante sobre la superficie fluvial, no sé si para refrescarse o picar algún insecto.

La comida resultó muy bien, con los platos más abundantes que en las fotografías de la carta. Las alcachofas eran naturales. Gracias a las magníficas conservas de ahora en muchos restaurantes las ponen de bote, no era el caso, por fortuna. Las manitas de cordero tenían, en mi opinión, demasiado pimentón. Las sardinas ahumadas, los tomates, etc., todo de calidad.

Subimos a las habitaciones un rato a descansar y bajamos provistos de zapatillas, mochila y agua. Dimos un paseo por la orilla del río, pasamos por el cementerio y subimos hasta el camino que va al castillo. En esta época del año el campo está en todo su esplendor, pero además ese terreno parece propicio para la vegetación. No sé cuántas flores de diferentes colores pude contar y fotografiar. A medida que avanzaba la tarde se iban levantando nubes cada vez más negras, los pájaros estaban revolucionados. Siempre me da pena no distinguir los cantos de las diferentes especies. Sé que es primavera, que estamos en el campo, pero el concierto de trinos era realmente espectacular. En la breve parada en los bancos del cementerio, estuvimos releyendo lo que había escrito Cela sobre Zorita en su "Viaje a la Alcarria". Poca cosa. 

Para cenar nos acercamos a la vecina Pastrana, villa monumental. Muy recomendable. Es una delicia pasear por sus calles. Destaca también la hostelería, aunque después de la opípara comida del mediodía, quedaban pocas ganas.

A la vuelta, igual que a la ida, no nos cruzamos con ningún coche en la carretera.

Al día siguiente desayunamos en la misma posada. La única pega es que el zumo no era natural, por lo demás todo bien. Mucha limpieza, tanto en el pequeño comedor como en las habitaciones. Nos atendió la misma persona que está en recepción. Solícita y agradable. Solo había otra pareja más. Nos dirigimos en el coche a la visita de la ciudad de Recópolis, a uno o dos kilómetros de Zorita. Se trata de una completa ciudad visigoda que se encuentra todavía sin descubrir. Solo el 10% de ella está excavado.

No voy a describir aquí los monumentos de Pastrana, como tampoco los de Zorita, ni el origen de su nombre ni los suyos propios. Todo eso está en las guías, a un click de internet. Así como la historia de Recópolis, ciudad construida por el padre de Recaredo para él. En esa ciudad visigoda, la más completa de España, también hay muchas huellas de su posterior ocupación árabe. Solo diré que recomiendo mucho el viaje y las visitas. El personal de la Posada, del restaurante Abuela Maravillas y la guía a Recópolis sobresalientes.

Regresamos por las mismas carreteras solitarias, con alguna variante.









 

No hay comentarios:

Publicar un comentario