miércoles, 20 de mayo de 2020

MAS SOBRE EL COVID19

¡Cuánto tiempo ha pasado! ¡Qué lejos aquellos primeros días de confinamiento! ¡Qué poco podía yo imaginar, cuando me pedían un relato corto distópico, que aquello que escribí a mediados de marzo, se iba a cumplir!
Ahora, después de oír a la presidenta de la Comunidad de Madrid Díaz Ayuso decir que la "D" de COVID quiere decir "diciembre", que el gobierno odia a Madrid, y a Casado, presidente del PP, que esta última prórroga para mantener el Estado de Alarma es para sacar a etarras de la cárcel, por no hablar de los fascistas en las calles bien juntitos pidiendo libertad, ya estamos preparados para todo.
He tenido que leer las sensaciones y experiencias de mi primer post sobre el CV19 para recordar. Es verdad que casi cada quincena nos ha traído variaciones. A medida que avanzamos, vamos olvidando las primeras experiencias. Ya casi no me acuerdo de la felicidad que me producía bajar a tirar la basura. Increíble, ¿verdad? O aquella otra sensación de peligro cuando bajé a la primera compra y di un pequeñísimo rodeo. ¿Vendría la policía? Efectivamente, en mi primera salida me encontré de bruces con un coche policial que quería saber adónde iba y para qué.
Ahora seguimos con la prudencia al comprar, con los guantes, las mascarillas y las cremas desinfectantes, pero ya podemos salir a pasear, dos horas por la mañana y una por la tarde y, además, con la persona o personas con las que convivamos.  Como todos sabemos qué ha supuesto bajar a la calle acompañado estos días de primavera os voy a ahorrar la descripción. Afortunadamente vivo en una zona de Toledo con aceras anchas y zonas muy diferentes cerca de mi casa, así que los paseos son variados. Pero no puedo dejar de citar la impresión de ver la Avda de la Reconquista sin un solo coche circulando, o la subida del camino del cementerio solitaria. En esos paseos diarios, quería fotografiar todas las hierbas, las flores, los árboles, los pájaros, las nubes, todo era nuevo y maravilloso. Imagino la sensación que debe sentir una persona que haya estado presa varios años al salir a la calle por primera vez.
Ahora, hemos avanzado un poco más y ya podemos ir a comprar a tiendas de todo tipo, no solo de alimentación, y pedir para llevar a un restaurante o sentarnos en una terraza. Todavía no lo he hecho. Me da miedo ver a tanta gente incumplir las normas, pero seguro que pronto se me pasa. 
Esta semana también hemos podido ver a los hijos y a los nietos pero con tantas precauciones que se parecía más a verlos a través de la pantalla que otra cosa. Los humanos necesitamos el tacto. Tener a las personas que adoras a dos metros y no poder tocarlas, es muy duro. 
No sé qué me pasará en adelante, de momento se me han quitado las ganas de coger un lápiz, en cambio, los primeros días, salía un dibujo diario, por no hablar de las acuarelas.
Ahora vamos a esperar a la fase 2, que no sé en qué consiste ni quiero saberlo, cuando la alcancemos, me empaparé. Poco a poco.



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