domingo, 26 de junio de 2011
SOBRE LA ARENA
Una del mediodía. Verano, calor, playa. Día luminoso, tanto que con los ojos cerrados se cuela la luz entre las pestañas. Ves la telaraña que forman y se adivina el azul entre ellas. La brisa roza todo el cuerpo a pesar de estar tumbada a ras de suelo. La mar embravecida es un poco más sonora. Adivinas por el ruido la cadencia y tamaño de las olas que rompen a unos metros. A tu alrededor, voces, acentos del sur y de otras geografías, voces de niños, de jóvenes, de hombres y mujeres. Voces de vendedores ambulantes. Venden de todo. Más lejos, entre el vaivén de las incansables olas, rumor de gaviotas, algún motor...
En esa quietud corporal todos los sentidos se aletargan un poco y queda el oído percibiendo, también adormecido, lo que ocurre alrededor. LLegan entonces sensaciones de otros momentos, otros veranos...
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