Por fin encontré en un puesto callejero de libros un ejemplar de Confieso que he vivido, de Pablo Neruda. Era una edición antigua que me hubiera gustado releer, pero no había tiempo. Se la di a Ama cuando vino a buscarnos a la terraza de los helados ricos. Ella, a cambio, me dio uno que acababa de terminar. Quería que lo leyera y me lo trajera para ir aligerando su equipaje. El autor era un joven escritor chileno con varios premios en su haber, Alejandro Zambra, su obra, Formas de volver a casa. Trata sobre la vida en Chile -concretamente en Santiago- en los años ochenta cuando "los padres -el personaje principal es un niño- se convertían en cómplices o víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet", ésa que ahora, desde que vuelve a haber gobierno de derechas en Chile, ya no se llama en los libros escolares de texto "dictadura", sino más asépticamente, "gobierno militar".
Me lo bebí en dos días a pesar de que no parábamos en casa. Tuve que dejar a medias los interesantes avatares y peripecias de Isabel Allende y su extraña familia, contados apasionadamente y de forma muy amena por su autora en La suma de los días.
El gran puerto que fue Valparaíso, empezó su decadencia con la apertura del canal de Panamá, no obstante ha seguido siendo un gran centro comercial, turístico, administrativo y universitario. Allí está la sede del Congreso de la nación. En 2003 fue declarada por la Unesco Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad. También es la ciudad donde se edita El Mercurio, el diario de habla hispana más antiguo -dicen- en circulación. Pasamos delante del edificio, que me recordó ligeramente al que separa la Gran Vía madrileña de la calle de Alcalá.
-_-_-
Valparaíso es una de las más grandes ciudades de Chile y se encuentra en la costa, a unos noventa kilómetros de Santiago, ligeramente al norte. Hicimos hasta allí el viaje por la ruta 68 en autobús, volviendo el mismo día. Siempre existe la posibilidad de buscar una agencia donde te lo dan todo hecho, pero nosotros no somos partidarios de esa forma de viajar. Queremos salir y regresar a la hora que nos convenga. Lo mismo nos pasa cuando se trata de elegir lugares, vistas, monumentos, etc. para visitar, normalmente elegimos cosas distintas (y sobre todo tiempos) a las que enseñan las guías y, por último, no nos gusta la sensación de manada que se tiene viajando de esa manera.
Por la forma de la ciudad (que había visto en fotos) de una gran bahía, suponía que tendría un agradable paseo bordeando el mar: nada de eso. Gran parte de su costa está dedicada a puerto, con sus innumerables muelles; una vía de ferrocarril y una carretera de doble circulación te separan de la ansiada playa, que apenas existe en algunos tramos de la costa, en todo caso alejada siempre del viajero paseante.
Sede de El Mercurio |
Vista de uno de los cerros entre dos coloridos edificios. |
La gran bahía que forma la poblada ciudad está rodeada por innumerables cerros que bajan hacia el mar en abigarradas construcciones.
Cerca de la terminal de autobuses se encuentra un gran mercado de productos frescos. Son locales que sacan sus productos a la calle, frutas y verduras, fundamentalmente. Al lado, una lonja para el pescado. Quise visitarla pero el penetrante olor me echó para atrás.
Caminamos por la avenida Errázuriz hasta llegar a la iglesia de la Matriz, así llamada porque parece ser que el lugar que ocupa fue el primer asentamiento de Valparaíso. La iglesia originaria databa de 1559, aunque la actual nada tiene que ver con aquella. Ha sido destruída, como consecuencia de los terremotos, y vuelta a reconstruir en muchas ocasiones. El último seísmo por el que se vió afectada fue el de 2010. La zona donde se encuentra es actualmente un barrio pobre y no debía parecer muy recomendable a la gente que preguntamos porque todo el mundo nos hacía la advertencia de que anduviéramos con cuidado. A pesar de eso, no tuvimos ningún problema; sólo se acercaba más gente a pedir. Desde 1971 está declarado como Zona Típica.
El motivo de la visita a Valpo (así acortan el nombre allí) era, independientemente de conocer la interesante ciudad, visitar la otra casa de Pablo Neruda, la Sebastiana. Está en la zona alta de otro cerro (aunque todos han crecido desde entonces) pero el aspecto es totalmente diferente al de la "zona típica". Por allí había más casas individuales rodeadas de jardín. Reproduzco aquí una descripción de la casa:
El 18 de septiembre de 1961 Neruda la inauguró e invitó a sus amigos a festejar. Desde entonces la habitó por períodos, en especial en la noche de Año Nuevo. Allí escribió importantes obras que lo consagraron y lo llevaron a ganar el Premio Nobel de Literatura en el año 1971.
Con la muerte de Neruda, la casa quedó deshabitada por mucho tiempo, pero gracias a la Fundación Pablo Neruda y a la ayuda de Telefónica de España se logró reconstruir la legendaria casa del poeta. Se buscó con exactitud el color de cada pared, la ubicación de los cuadros y objetos de Pablo intentando encontrar el modo y la forma en que sólo Neruda sabía distribuirlos.
Hoy se puede disfrutar de una visita al pasado dentro de La Sebastiana para ir descubriendo en cada uno de sus cinco pisos la forma de vida y los momentos más gloriosos y absurdos de quien fuera su dueño. Además, se puede revisar la obra del poeta en diferentes idiomas en la biblioteca y realizar un racconto de la vida de Neruda a través de una exposición de fotografías biográficas.
Al ingresar a La Sebastiana se logra percibir que no es una casa cualquiera. Cada sala
fue pensada y decorada con una intencionalidad que la distingue de otras. El sitio se encuentra colmado de sueños y de esperanzas. La ornamentación forma parte de un gran detalle que la hace única e irrepetible, como lo fue Neruda.
En el primer piso, por ejemplo, se observa un caballo de madera traído desde París y una colección de botellas de colores de diferentes formas. En el segundo piso se encuentra el bar, detrás del cual sólo Neruda podía pasar para preparar los tragos a sus amigos, en especial el trago “Coquetelón”, una mezcla de sabores con alcohol que estaba presente en todos sus festejos.
El motivo de la visita a Valpo (así acortan el nombre allí) era, independientemente de conocer la interesante ciudad, visitar la otra casa de Pablo Neruda, la Sebastiana. Está en la zona alta de otro cerro (aunque todos han crecido desde entonces) pero el aspecto es totalmente diferente al de la "zona típica". Por allí había más casas individuales rodeadas de jardín. Reproduzco aquí una descripción de la casa:
El 18 de septiembre de 1961 Neruda la inauguró e invitó a sus amigos a festejar. Desde entonces la habitó por períodos, en especial en la noche de Año Nuevo. Allí escribió importantes obras que lo consagraron y lo llevaron a ganar el Premio Nobel de Literatura en el año 1971.
Con la muerte de Neruda, la casa quedó deshabitada por mucho tiempo, pero gracias a la Fundación Pablo Neruda y a la ayuda de Telefónica de España se logró reconstruir la legendaria casa del poeta. Se buscó con exactitud el color de cada pared, la ubicación de los cuadros y objetos de Pablo intentando encontrar el modo y la forma en que sólo Neruda sabía distribuirlos.
Hoy se puede disfrutar de una visita al pasado dentro de La Sebastiana para ir descubriendo en cada uno de sus cinco pisos la forma de vida y los momentos más gloriosos y absurdos de quien fuera su dueño. Además, se puede revisar la obra del poeta en diferentes idiomas en la biblioteca y realizar un racconto de la vida de Neruda a través de una exposición de fotografías biográficas.
Al ingresar a La Sebastiana se logra percibir que no es una casa cualquiera. Cada sala
fue pensada y decorada con una intencionalidad que la distingue de otras. El sitio se encuentra colmado de sueños y de esperanzas. La ornamentación forma parte de un gran detalle que la hace única e irrepetible, como lo fue Neruda.
En el primer piso, por ejemplo, se observa un caballo de madera traído desde París y una colección de botellas de colores de diferentes formas. En el segundo piso se encuentra el bar, detrás del cual sólo Neruda podía pasar para preparar los tragos a sus amigos, en especial el trago “Coquetelón”, una mezcla de sabores con alcohol que estaba presente en todos sus festejos.
La guía te da además explicaciones exhaustivas de cómo la buscó, a través de quién, como fue añadiendo piezas, sus hábitos en la casa, visitas célebres, etc. Hacía un día espléndido y los jardines, las vistas y las imágenes y versos del poeta invitaban a quedarse merodeando.
Tomamos un taxi en la misma puerta de la Sebastiana y buscamos un restaurante recomendado, Carusso, un original local con mesitas pequeñas y alargadas.
Desde allí nos fuimos a ver por fin el mar de cerca, alquilamos un pequeño barco después de eludir el acoso de ofertas turísticas que nos ofrecían un paseo por la bahía y el avistamiento de leones marinos. Eso fue lo que hicimos pero con un barco y un guía para nosotros solos y sin sobrecosto. A continuación pongo un vídeo donde apenas se ven los animales. Debí dejarme la cámara abierta sin darme cuenta. Los leones están encima de una plataforma y el guía me decía que había uno viejito que ya no podía bajar.-Qué comen entonces, pregunto yo- Turistas, me responde. El vídeo es malo pero tiene el interés de lo auténtico.
Aún dimos otro paseo por el centro de la ciudad antes de volver al autobús. Tomamos café en un local chiquito que había en la plaza donde se encuentra el edificio de la Armada chilena.
Restaurante Carusso, Valparaíso. |
Vista de Valpo desde mar adentro. |
Edificio de la Armada de Chile en Valparaíso. |
Maluca, que feliz recorrido por Valparaiso en tu compañia.Ha sido una estupenda excursión. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo desde Galicia.
Gracias Chela, bienvenida a este tu blog.
ResponderEliminarMaluca, me da pena que se termine el viaje. Me gusta el recorrido por la Sebastiana y todo lo que describes del famoso poeta Pablo Neruda.
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