Es sorprendente cómo a veces un término, igual que un sabor o un olor, te transporta a un momento, una situación, una atmósfera.
Mi madre utilizaba mucho la palabra "cocitorio". Ella era de salud delicada y siempre tomó tisanas para sus males. Para ella la palabra "infusión" no existía, era una tila, una manzanilla, un poleo, una yerbaluisa, eucalipto... o un cocitorio, es decir una o varias yerbas aromáticas cualesquiera puestas en agua y dadas un hervor. No había posibilidad de malinterpretar el vocablo o confundirlo con otro. Creo que era el modo general en que en mi pueblo se llamaba a las infusiones, al menos en nuestra familia.
He mirado en el diccionario de la Rae pero no aparece y tampoco en el de María Moliner.
El otro día estaba acatarrada, con las defensas un poco bajas. Entonces sentí la necesidad de un mimito, por un momento me sentí "hija" e inmediatamente me acordé de la solicitud de mi madre en esas circunstancias. En el mismo instante, la constatación dolorosa de su definitiva ausencia y la rememoración de la palabra "cocitorio". Me levanté del sofá y fuí a la cocina a hacerme una infusión con las yerbas que tenía.
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