jueves, 24 de noviembre de 2016

GUADALAJARA



La ciudad de Guadalajara es la capital de la provincia del mismo nombre, la situada más al norte de Castilla La Mancha, a la que pertenece. Tiene en torno a 85000 habitantes. Ya conté cómo cuando era pequeña me gustaba ese nombre, esa palabra, cómo me gustaba que se me llenara la boca de aes pronunciando Guadalajara… en fin, no me voy a repetir.

Más tarde, cuando crecí, se me olvidó la urgencia de conocer la ciudad. No obstante, no pasó mucho tiempo sin que lo hiciera. Mi tía Ana María, monja adoratriz, pasó unos días en esa ciudad y allí fuimos a visitarla. La orden de las adoratrices fue fundada por Micaela Desmaissières en Guadalajara y tiene su sede en el edificio central de la fundación de la marquesa de la Vega del Pozo. Me llamó mucho la atención, aquel día, el panteón de esta marquesa, de estilo ecléctico-neogótico. (La denominación del estilo me la invento porque no sé dónde encuadrarlo).
Panteón de la marquesa de la Vega del Pozo




Viviendo en Madrid, Guadalajara no era sin embargo  una ciudad que eligiéramos para escapadas o excursiones, sí íbamos con frecuencia a otras capitales de provincia de los alrededores: Segovia, Toledo, Cuenca… y a los pueblos, Chinchón, Sigüenza, a los de las sierras de Madrid…, pero nunca a  Guadalajara.

Años después, por motivos laborales, pensábamos que iríamos a trabajar y vivir allí. Recuerdo que un domingo por la tarde dejamos a los niños con mi madre y allí nos fuimos desde Madrid, en un viaje rápido de ida y vuelta para curiosear un poco el centro. Al final no fue a Guadalajara, sino a Albacete adonde nos trasladamos. Una vez en la región visité con cierta frecuencia Guadalajara pero siempre para ir a algún sitio concreto, varias veces a algún concierto en el teatro Moderno… nunca para patearme la ciudad. Así que esto es lo que hemos hecho este último fin de semana y es lo que os cuento aquí.

A últimos de los setenta, no sé muy bien por qué, conocimos en Meco, pueblo de Madrid, un restaurante donde se comía buen marisco y a buen precio. En aquel entonces tenía aspecto de mesón. Su publicidad, que siguen conservando, decía algo así: el marisco más fresco en el pueblo más alejado de la costa. Estuvimos en varias ocasiones y se lo dimos a conocer a algunos amigos.

Camino de Guadalajara decidimos parar allí a comer y comprobar si seguían teniendo tan buen género. Antes nos dimos un paseo por el pueblo y nos sorprendieron sus calles arregladas, muchas peatonales, todas sin aceras, con uniformidad entre éstas y la calzada. Muy cómodas para andar.
Plaza e iglesia de Meco (Madrid)Calles de Meco, tranquilas y soleadas a esa hora

El precio ya no es tan económico, tampoco el aspecto sigue siendo el mismo, ahora es un restaurante moderno, decorado en tonos ocres y celestes, pero quedamos muy satisfechos con un fresquísimo y lleno buey de mar y unas alcachofas con almejas (mejor las almejas que las alcachofas, por cierto).

Marísquería Sánchez. Desde 1939. El establecimiento más antiguo de Meco.

Después de un paseo para bajar la ingesta, tomamos el coche y media hora más tarde estábamos en Guadalajara. Habíamos elegido un hotel pequeño, antiguo pero muy reformado, en pleno centro. Da gusto estar en estas ciudades pequeñas, un día laborable, a cinco minutos de todo y, lo mejor, encontrando aparcamiento.



Vistas desde el hotel


Y salimos a dar un paseo. Aquí el Comendador.


Enfrente del hotel teníamos el palacio de Antonio de Mendoza.



Fachada frontal

Patio



Fachada lateral del palacio renacentista (aquí con remodelación neoclásica) que teníamos enfrente del hotel,  ahora dedicado a instituto de enseñanza secundaria



Iglesia de Santiago

Empezaba a anochecer pero seguíamos paseando la ciudad. Aquí abajo la fachada del Ayuntamiento. Estropeaba la plaza y el edificio una caseta de madera provisional que habían plantado delante, seguramente con motivo de las próximas fiestas navideñas.




Solar por construir










Aunque no se lea, el letrero dice: arreglos de ropa. No pude sustraerme a fotografiarlo, a pesar de que sabía que la foto sería deficiente.













Iglesia de San Nicolás

Iglesia de San Nicolás, detalle de la fachada.

Iglesia de San Ginés

 Iglesia de San Ginés. Detalle de los casetones del gran arco de la fachada.

Conde de Romanones, en la plaza de Sto. Domingo.

 Palacio de la Diputación, bello edificio construido a finales del XIX.




Ya cansados nos metimos a tomar algo en el restaurante Los Faroles de Minaya, que me había aconsejado mi amiga Elena. No teníamos apetito, sólo nos pedimos unos ahumados para acompañar la cerveza.


  Y volvimos al hotel,  silencioso y tranquilo, como la noche. 



Este discóbolo nos saludaba a la entrada y la salida.




Al día siguiente desayunamos en el bar Río, al lado del hotel. Tomamos 

café y tostadas con aceite y tomate. Este desayuno tan andaluz se ha extendido y ahora se puede tomar en cualquier punto de España.

Y nos lanzamos a seguir recorriendo la ciudad a pie, dejando los museos y el interior de las iglesias y de otros edificios de interés para otra ocasión.


Las dos fotos que anteceden pertenecen a la casa donde nació el dramaturgo Antonio Buero Vallejo. Este año se ha celebrado el centenario de su nacimiento y con ese motivo el ayuntamiento lo ha celebrado con diversos actos y la colocación de una placa en la acera de la que fue su casa.




Verja de entrada al Archivo Militar



Iglesia de los Remedios, templo renacentista de la segunda mitad del S. XVI.



Aquí abajo el palacio del Infantado, donde se encuentra el museo provincial.  En la primera foto, la fachada lateral. Habíamos hecho el propósito de ver los edificios desde fuera pero aquí no tuvimos más remedio que entrar: imposible perderse el patio de los Leones, de estilo gótico isabelino.



Don Iñigo López de Mendoza, duque del Infantado.


Arcos conopiales en todo el patio y a la salida.

Y seguimos nuestro paseo.


Edificio situado en la calle Ingeniero Mariño.






Fachada de ladrillo, se alquila piso.


Preciosa verja de este edificio de la calle Mayor.

Plaza de Santo Domingo con San Ginés al fondo.

Paseo del Dr. Fdez. Iparraguirre. Este paseo está jalonado de bustos de personajes importantes en la historia de la ciudad, como Izraq Ibn Muntil, árabe del s. XI, nacido en Guadalajara y gobernador de la villa.



 Sede de la Cámara de Comercio.


 Edificio donde se encuentra nuestro hotel.




















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