La
misma noche que llegué del viaje dejé de fumar y de tomar somníferos. Hasta
ahora (últimos de noviembre), lo mantengo. Este dato no interesará a nadie pero para mí es importante. Tampoco sé si os interesarán mis conclusiones, pero aquí van, por si acaso.
Con
respecto a viajar en grupo: volvería a hacerlo. Es una maravilla hacer turismo
con gente adulta, que no te constriñe; un grupo donde cada miembro se siente
con libertad para actuar y dejar actuar: así, sí. El hecho de ir en grupo
también tiene algún inconveniente: trabas menos amistades con el resto del
pasaje. Comes siempre en la misma mesa, con la misma gente, en el mismo sitio…
claro que eso no depende de ti. Te colocan, vayas o no en grupo. Comprendo que
es mucho más fácil para los trabajadores que tienen que atender las mesas.
¿Me
ha gustado viajar en barco, hacer este crucero fluvial? Sí, me ha gustado. Como
ya comenté los camarotes son cómodos, dentro de su pequeñez. Además estás muy
poco tiempo en el interior, justo el necesario para dormir y asearte. Y la
duración del viaje también es la adecuada. Para un viaje un poco más largo,
quizá me hubieran parecido demasiadas
estrechuras.
La
ventaja de elegir esta época del año, mediados de septiembre, cuando ya han
empezado colegios, universidades, etc., es que viajas con gente de tu edad. No
hay niños, ni jóvenes. Todo gente madurita, por tanto con hábitos y horarios
parecidos. Desde luego no aconsejo este tipo de viaje a jóvenes ni padres con
niños: demasiada organización y tranquilidad. Supongo que para ellos habrá otras opciones más "moviditas".
En
ningún momento he sentido mareo, tampoco la gente de mi alrededor. Tengo que
decir que no he presenciado tal cosa en ninguna de mis dos experiencias largas en
barco: una marina sobre el mar Rojo y esta fluvial sobre el Danubio menos aún,
ya que el barco iba “como la seda”. Mientras corrijo estas líneas, me vienen a la memoria otras travesías más cortas, que tenía olvidadas, pero también sin incidentes: varias por el Mediterráneo, Bárcelona-Génova, de El Pireo a varias islas, vuelta a Barcelona desde la antigua Yogoeslavia, etc., etc., o la excursión por el río Tigre en Argentina, otra en Valparaíso, amén de las habidas cerca de la costa española en catamarán, fuera borda..., ah, y los paseos a pescar en el barco de nuestro amigo Bernardo.
Sí
tendré en cuenta, para próximas ocasiones, llevar algo más de ropa llamémosle
“de vestir”, para ir un poco más arreglada, vamos. Ha habido un par de
ocasiones, ambas nocturnas, en que se requería: la noche “del capitán”, donde nos
ofrecieron una copa y la noche del espectáculo. De todas formas, no desentoné
mucho. También claro si quieres bajar muy puesta a la pista de baile.
Afortunadamente ahora a los posibles
conciertos (estoy pensando en Viena) también se puede acudir con ropa de calle,
dentro de un orden, claro.
Algo que hay que tener en cuenta a la hora de tomar un
crucero es que las maravillosas vistas que se ven en las fotos suelen tener
truco: son fotos tomadas no desde el crucero, sino desde algún lugar
estratégico con el crucero también delante. Y otra cosa: el barco no te deja al
ladito de esas maravillosas vistas. No. Te deja en un lugar bastante apartado y
más feo desde el que luego tienes que ir al centro de las ciudades, que es
donde está lo que quieres ver. También hay que contemplar, a la hora de
contratar un crucero, lo que ya comenté en el relato: los organizadores programan
el viaje para que tanto el día de la llegada, como el de salida, no estés en el
barco, o estés las menos horas posibles, pero ellos cuentan y por tanto cobran
como si fueran los dos días completos.
En las numerosas charlas que te dan para ofrecerte las
excursiones programadas, hay que estar alerta y no picar a la primera porque
suelen ser caras: si es fácil, las puedes hacer tú por tu cuenta. Si es más
complicado, como la visita al Recodo del Danubio, siempre puedes contratarla
con el barco, pero hay tiempo para todo, no hay que precipitarse (como a ellos
les gustaría).
Resumiendo, creo que un crucero fluvial es una buena
opción: disfrutas del paisaje y tienes acceso a un montón de ciudades de forma
cómoda. ¿Que no estás en ellas todo el tiempo que quisieras? Sí, es posible,
pero hay que elegir.
He encontrado en la cremallera de un bolso este apunte que tomé una tarde esperando "la canoa" en la Ría. Le llaman canoa al barquito que te traslada desde Punta Umbría hasta Huelva y viceversa. Este trayecto era utilizado por todo el mundo antes de la construcción de carreteras. Otra travesía en barco.
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